A la séptima fue la vencida para el Castellón, que el domingo puso fin a una larga travesía en Tercera División. El equipo orellut tumbó en Castalia al Portugalete con un gol del canterano David Colomer, que sirvió para rubricar una temporada histórica para el club. Batió el récord de abonados y llenó el estadio en la gran final. Tras el descenso administrativo de 2011, el Castellón regresa a Segunda B rearmado en lo económico y en lo social. Ayer miles de personas celebraron en las calles de la capital de la Plana un ascenso anhelado y necesario.

La historia del nuevo Castellón comienza en 2011, cuando el club sufre un descenso por impagos. Los dirigentes de aquella época están siendo investigados por supuesta administración desleal en el marco del caso Castellnou, impulsado por una denuncia de la asociación de pequeños accionistas Sentimiento Albinegro, y que se encuentra aún en fase de instrucción. El Castellón nunca había estado en Tercera desde la creación de la Segunda B. En el momento más bajo de su historia, acumuló temporadas de estrecheces económicas, impagos y decepciones deportivas. El equipo perdió promociones en el descuento, en tandas de penalties y se especializó en perfeccionar el drama. La situación se convirtió en insostenible con el anterior presidente, David Cruz, que hace un año cedió el mando del club.

El paisaje entonces mutó. El nuevo proyecto contaba con el presidente Vicente Montesinos, apoyado por el director general Jordi Bruixola y el responsable de marketing Pepe Mascarell. La ambiciosa campaña de abonados y la presencia de los futbolistas Pablo Hernández y Àngel Dealbert terminó de conquistar a la afición, que batió el récord de abonados en Tercera, y en la propia historia del club, con 12.867 socios. El viaje culminó el domingo con el 1-0 al Portugalete, el broche de bronce a tres sufridas eliminatorias.

Además, la entrada en el consejo del grupo inversor que lidera el empresario José Miguel Garrido permitió, ampliación de capital mediante, compensar la deuda con Hacienda. El albinegrismo mira ahora el futuro con optimismo después de siete años en el pozo de Tercera.