Una jugada eléctrica de Rodrigo, que dejó tirados a dos defensores rusos, puso todavía más en en evidencia a Fernando Hierro. El seleccionador español solo le había dado paso en la prórroga. En anteriores encuentros, le concedió los minutos de descuento. El técnico malagueño dio mucha cancha a futbolistas en muy baja forma (De Gea, Carvajal, Piqué, Busquets, Silva) y poca a quienes mejor estaban (Rodrigo y Iago Aspas). El resultado fue la eliminación de La Roja en los octavos ante una Rusia pobrísima que aprovechó primero el regalo de un penalti por manos de Piqué; y segundo la incapacidad de De Gea para parar algo en la tanda de penaltis. Le marcaron cuatro. Fallaron Koke y Iago Aspas después de que acertaran Iniesta, Piqué y Ramos.

Al fracaso también contribuyó el seleccionador al no sustituir a Nacho, lesionado de la rodilla casi una hora (desde el hachazo de Zhirkov, m. 10) hasta el relevo por Carvajal (m. 69). El VAR, a su vez, demostró estar al lado del poder. Hubo un penalti por agarrón doble a Sergio Ramos y Piqué ignorado por el holandés Kuipers y después por la pléyade de árbitros de la sala tecnológica. Kuipers, como se esperaba, permitió la catarata de patadas rusas con tan solo dos tarjetas amarillas.

Salvo el primer partido frente a Portugal, un prometedor arranque pese a la debilidad de De Gea, el fútbol de España ha sido decepcionante. Practicó un dominio insulso, con cientos de pases sin profundidad, sin la creatividad en la zona de tres cuartos que la había caracterizado en la fase de clasificación.

El Mundial de España ha tenido un aire maldito desde el inicio, marcado por la improvisación en la designación de Hierro como entrenador tras el despido de Lopetegui por su fichaje por el Madrid; por los errores de De Gea, por la falta de cintura de Hierro... y por un juego anodino en los tres últimos partidos, desesperante para la hinchada española. Hierro, evidentemente, no estaba preparado y sus decisiones han despeñado a un equipo con un enorme potencial.

Y eso que España salió decicida a resolver la eliminatoria. Encerró a Rusia, recuperó con facilidad tras pérdida y se puso por delante en una acción de estrategia. El árbitro le perdonó la tarjeta al lateral izquierdo Zhirkov por una entrada criminal a Nacho. En esa falta, Marco Asensio, a pie cambiado, le metió una rosca mortal para el central Ignashevic, que se empeñó en tumbar a Sergio Ramos. El central, de 38 años, marcó en propia puerta, con el tacón, tras haber perdido de vista la pelota: bastante tenía con hacer caer a Ramos.

El gol no sirvió para asentar a España. Su posesión se convirtió en inane porque entró en una fase de acomodamiento y no acabó ninguna jugada. De Gea perdió el balón en todos sus desplazamientos en largo con el pie. Diego Costa y Silva no encontraron su sitio. Marco Asensio, titular en lugar de Iniesta, pasó de perfil por el Mundial a excepción del centro del gol.

Y Piqué... El central del Barça siguió en la línea decadente de esta su última Copa del Mundo. Una especie de desidia cerrada con un penalti cometido tras levantar el brazo derecho para evitar el remate de cabeza de Dzyuba. Las manos eran invasivas y, por tanto, muy claras. Y el penalti lo transformó el propio Dzyuba.

La Roja empezó con la misma falta de ritmo en el segundo tiempo. Dentro del bochorno, por el calor y por la pobreza futbolística, Iniesta y Aspas armaron la única jugada de ataque de La Roja: una dejada con el pecho del gallego, la remató Iniesta y la rechazó con apuros Akinfeev. Después llegó un Rodrigo espectacular: con el central a la espalda, dejó correr el balón, le hizo un caño y encaró a la defensa. Tiró una bicibleta y se marchó del segundo zaguero.El tiro con la derecha lo repelió Akinfeev. La gente en España se preguntaba por qué Hierro había escondido a Rodrigo.

Los aficionados rusos celebraron la llegada de la tanda de penalti como un triunfo. Presentían lo que sucedió. El malditismo español se concretó en los tiros errados de Koke y Aspas. Y en la inanidad de De Gea. España se marchó de Rusia como había llegado: confundida y bloqueada.