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La excepción fue ganar en Suráfrica

La prematura eliminación de España en Rusia no supone una novedad, a efectos históricos. Conquistar el Mundial de 2010 fue una rareza en una trayectoria jalonada de frustraciones en distintas citas mundialistas

La excepción fue ganar en Suráfrica

La selección española ha vivido los Mundiales con grandes decepciones. La eliminación padecida en Rusia no ha sido el peor de los resultados. La excepción fue la victoria en Suráfrica. Antes incluso se sufrió la gran frustración del campeonato de 1982, organizado en España y en el que ya hubo veinticuatro selecciones. Aquí se aumentó el número de participantes por dos razones fundamentales: a la FIFA le vino bien el proyecto porque mejoraba su negocio y los organizadores nacionales vieron el cielo abierto para montar partidos en todas las autonomías. Se aprovechó la voluntad de la multinacional del fútbol para cubrir políticamente todas las aspiraciones regionales.

España volvió a faltar a dos mundiales seguidos. De nuevo no se pudo clasificar para México 1970, y tampoco a se acudió al de Alemania en 1974. Allí periodistas españoles fuimos media docena. Se faltó por la eliminación ante Yugoslavia, por el gol de Katalinski. El primer torneo mexicano vivió la gran explosión de una nueva selección brasileña. De aquel equipo siempre quedaron en a memoria los nombres de futbolistas como Gerson, el gran conductor y Tostao el hombre que impulsaba el ataque. Y Zico en la concepción del mejor juego.

En México comenzó a fraguarse la nueva Alemania. Allí destacó Beckenbauer, que jugó parte de un encuentro con un brazo en cabestrillo. Brasil era equipo de calidad incontestable. La confirmación germana llegó cuatro años después en Munich al vencer a Holanda, la mejor Holanda de la historia, lideraba por Johan Cruyff.

Alemania organizó un torneo lleno de facilidades para medios informativos, transportes y estadios muy modernizados aunque fue en 2006, cuando el montaje formó parte de un proyecto ambicioso ejemplo a seguir por todos los países organizadores que siguieron. 1974 fue el Mundial del llamado fútbol total con el equipo holandés en plenitud. Por ejemplo, Holanda vapuleó a Argentina en Gelsenkirchen que tenía un equipo en el que sobresalían los jugadores del Atlético, Heredia y Ayala y en el que estaba ya como gran promesa Mario Kempes.

La final la disputaron alemanes y holandeses. Estos se adelantaron en cinco minutos con un gol de Neeskens de penalti. A continuación, Berti Vogts le enseñó los dientes a Cruyff y éste retrasó su posición y se dedicó a sacar las faltas. Ganaron los germanos que además de la dirección de Beckenbauer contaban con un gran goleador como Torpedo Muller. En aquella selección estaba también el posteriormente futbolista del Valencia Rainer Bonhoff.

Holanda dirigida por Rinus Michels habia implantado fútbol brillante y efectivo que ya había brillado en el Ajax. Michels fue el primer seleccionador que concedió un día de fiesta a los jugadores para que pudieran yacer con esposas, novias o ligues.

El 78, fue nueva ilusión para España. Dirigida por Ladislao Kubala llegó a Buenos Aires con fiesta espectacular porque los miles de españoles y dependientes de españoles se volcaron en el aeropuerto y acompañaron al equipo en todos los partidos. Kubala no llevó a al selección al triunfo que se esperaba. Solo se ganó a Suecia cuando esta ya había sido eliminada. El equipo se sintió molesto y abandonado en La Martona, estancia ganadera y alejada de la capital. Se volvió de nuevo con las orejas gachas. Allí fue máximo goleador Kempes y Pasarella recibió la copa de campeones de manos del presidente Videla, el golpista que había llevado al país a una dictadura cruel de la que todavía se siguen buscando identidades de niños arrebatados a sus madres. Durante el torneo, los jueves por la mañana, frente a la Casa Rosada se manifestaron las «Abuelas de mayo» reclamando justicia. De aquel torneo volvimos con el famoso gol nonato de Cardeñosa. Con el se pudo eliminar a Brasil, pero se acongojó ante el portero brasileño.

El 78 fue el gran fracaso español. Se pasó la primera ronda gracias a que el árbitro de turno hizo repetir un penalti que se había marrado para que se venciera a Yugoslavia. La apertura del Mundial fue en el Camp Nou y la final en el Bernabéu. Mestalla fue sede la de la selección española en la primera fase. Tendillo y Saura representaron al Valencia.

España espató con Honduras (1-1), ganó a Yugoslavia (2-1) y a Irlanda del Norte (1-0). A continuación perdió (1-2) con Alemania, empató con Inglaterra y acabó el campeonato. Italia ganó la final y el gran protagonista fue el presidente italiano Sandro Pertini quien no se resistió a las emociones de su selección campeona y junto al Rey Juan Carlos, se levantó, alzó los brazos y festejó su gran victoria.

La organización española fue autentico desastre. Hubo hoteles montados en residencias de estudiantes a precios de hoteles de varias estrellas y la empresa que se quedó con el gran paquete de las entradas las fue vendiendo con un 25 % de beneficio en cada una.

La Real Sociedad, que fue la base del equipo, no logró los objetivos deportivos soñados. Pero fue un fallo colectivo: Federación, comité organizador, futbolistas y proveedores. El Mundial se organizó con el Gobierno de UCD y Raimundo Saporta, a la cabeza de la oficina.

El Mundial siguiente, por renuncia de Colombia se disputó en México. España volvió a participar y con conjunto ilusionante. Pero allí se tropezó de nuevo con Brasil. Pero esta vez fue por no dar por gol un gran disparo de Míchel que dio en el larguero y botó dentro de la portería, como se demostró en Televisión Española. El arbitro fue un tal Brambridge, australiano.

También se volvió con las orejas gachas. Pero esta vez fue mala fortuna porque en el partido decisivo se jugó contra Bélgica con una defensa improvisada. La ausencia del bilbaino Goicoechea condicionó el resultado. La tarde gloriosa fue en Querétaro donde se venció a Dinamarca que se había convertido en la gran favorita por su juego. Goicoechea marcó un tanto, pero de allí salió bendecido Butragueño, que se apuntó cuatro. El primero lo consiguió cuando ya estaban pensando en cambiarle porque no había jugado convincentemente.

El 90, en Italia, tampoco nos trajo satisfacciones. La mejor victoria, contra Corea, sirvió para que Míchel que habrá recibido criticas de la prensa marcara un gol y se dirigiera con gestos evidentes de repulsa hacia los medios informativos. En aquel Mundial brilló especialmente Maradona que llevó a su equipo hacia la final casi personalmente. La mayor ayuda la tuvo del guardameta Goicoechea que en sus mejores momentos paraba penaltis. La nota cultural la dieron Los Tres tenores en las Caracalla. Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras pusieron el campeonato a una altura musical incomparable.

España no puso música en Estados Unidos y retornó con lamentos. Julio Salinas desaprovechó la mejor oportunidad y a Luis Enrique le partió la nariz el italiano Tassotti sin que el árbitro se diera por aludido. Javier Clemente dirigió la selección que tampoco brilló. Hubo más polémicas periodísticas con el seleccionador que análisis futbolísticos. Los arbitrajes no han sido nunca factor que beneficiara al equipo nacional. Antes dse alcanar la gloria hubo que pasar por el Mundial de Corea y Japón donde nuevo apareció el juez que necesitaba quedar biuen con la organización. El egipcio llamado Al Ghandour hizo lo posible para que España cayera. Beneficiados eran los coreanos.

Alemania fue de nuevo sede y España acudió dirigida por Luis Aragonés que se topó con una serie de problemas internos. Dentro de los seleccionados había grupos de presión que el seleccionador zanjó después. Luis echó de la selección a Raúl, el ídolo madridista del que como justificación dijo: ¿Qué ha ganado Raúl? Aragonés llevó a España, a la victoria en la Eurocopa y dejó un equipo hecho para que Vicente del Bosque, que le sucedió, mantuviera hombres y sistema y con ello se volvió a ganar la Eurocopa y se llegó al momento cumbre de la historia al vencer en la final de Johanesburgo a Holanda. El camino hacia la final comenzó mal con la derrota ante Suiza. Pero aquel equipo del tiquitaca contaba con futbolistas que practicaban el juego casi de memoria. Casillas aún estaba en plenitud, Puyol era defensa recio y que imponía carácter, Xavi e Iniesta llevaban la batuta del juego y con ello estaba garantizado un juego en el que se poseía la pelota en grandes porcentajes, pero al tiempo se practicaba fútbol veloz al primer toque. El gol de Iniesta fue el colofón.

Rusia ha sido una final que está más en la tradición de las frustraciones que en la de los éxitos. La memoria mutualista estará, desgraciadamente, más fijada en las desilusiones que en las victorias. La selección ha servido en sus mejores años para que los aficionados hayan sacado a los estadios banderas nacionales. Con el canto «la,la, la» del himno sin letra. La primera gran manifestación patriótica unida al fútbol fue en el Camp Nou la noche en que España ganó el oro de los Juegos Olímpicos. Entonces, ni una estelada.

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