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El Mundial me representa

El Mundial me representa

E l Mundial ha alcanzado un estado familiar. Al torneo aún le queda alguna noche épica, pero todos sabemos que empieza a cansar y que lo mejor ya ha pasado. El Mundial ya es como casi todos los grupos que me gustan. El Mundial es como yo. El Mundial me representa.

El Mundial es la única competición que puedes perder varias veces. Solo se gana una vez, pero la puedes perder las veces que haga falta. Hubo quien la perdió dos veces el mismo día, la semana pasada. Primero eliminaron a España y luego a Dinamarca: el peor día de la historia de Ciudadanos.

El Mundial solo lo ganas una vez, con suerte, pero lo pierdes continuamente. Eliminan a un equipo y te aferras a otro. Gafé a Perú, gafé a Egipto, gafé a Marruecos, gafé a Colombia, gafé a tantos que no sé muy bien con quién ir ahora, pero de aquí al próximo partido seguro que se me ocurre algo. Mi hija para esto, como para todo, irrumpió con una lección en la mano. En el Colombia-Inglaterra tenía el corazón dividido, en parte por Shakira y en parte por Peppa Pig. Resolvió el dilema de tal manera que deberíamos tomar nota: «Voy con los dos, y cuando acabe el partido, me quedo con el que haya ganado».

Mi hija aún maneja el dilema en sentido positivo. Ella no sabía quién quería que ganara el partido porque tenía dos fuertes afinidades en la balanza. Yo en realidad lo que no sé a menudo es a quién odio menos, qué ganador sería capaz de tolerar, qué fracaso ajeno prefiero. En el Mundial, como en casi todo en la vida, la fuerza del amor palidece ante la potencia del odio.

?El Mundial también me representa porque ganarlo no es todo. Somos muy de migajas, de asumir males menores. Mi objetivo principal ahora mismo es evitar un FIB con los ingleses campeones del mundo. No pido mucho, que encima en Inglaterra juega gente que ni sabíamos que existía. Si a Trippier le va mal en el fútbol siempre está a tiempo de vender su nombre a alguna web de reserva de hoteles y viajes.

Con España haríamos una serie. El Mundial de España ha sido muy Peaky Blinders. Ves cómo empieza el primer capítulo e intuyes que habrá dolor seguro. Peaky Blinders u Hostal Royal Manzanares, da lo mismo.

El Mundial a estas alturas y en cambio ya no hace falta ni verlo. Nunca olvidaré el apasionante Bélgica-Japón que no pude ver y que nunca veré. Por qué se flipan tanto los porteros en las tandas de penalties, que parecen fiscales. Por qué son tan repelentes los fiscales, que parecen porteros en tandas de penalties. Ojalá quedemos un día los futboleros y vayamos al sorteo de la Lotería de Navidad a decir que la lotería es una tanda de penalties. Por qué Modric tiene pinta siempre de necesitar un abrazo y un bocadillo, y por qué se lo comprarías sin dudarlo, que esa es la base de su éxito. Natural y recomendado: dar un poco de pena.

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