Diego Costa firmó dos goles con el Atlético de Madrid en Tallin ante el Real Madrid. Necesitaba Costa un partido así para sumar confianza y volver a sus orígenes, a aquel Atlético inicial de Simeone.

Siempre fue un tipo que da guerra al Madrid. Especialmente a Sergio Ramos, en su momento a Pepe, y ahora también a Varane. La gran diferencia, a la hora del análisis, en los duelos europeos ante el Real Madrid ha sido Diego Costa. Pelea, aprieta, protesta y además está de dulce.

Por un lado, el fondo de armario que dispone Simeone no tiene nada que ver con el resto de las plantillas que ha dirigido hasta la fecha. Tiene recursos por todos los rincones. Hoy salieron del banquillo Correa, Thomas, Vitolo y Giménez. Y de titulares, aire fresco con Rodri y Lemar, dos fichajes de fuste. Un equipo mucho más sólido.

En la final de Lisboa, en 2014, Diego Costa llegó lesionado. Lo intentó todo. Pero no hubo milagro. Jugó 9 minutos testimoniales y se fue la caseta a las primeras de cambio. Fue un palo duro. En Milán, en 2016, Diego Costa jugaba en el Chelsea.

Siempre le echó de menos Simeone, que pidió por activa y pasiva el regreso del internacional español. A la tercera final europea, llego la vencida para el Atlético de Madrid.

Con buena pretemporada, Diego Costa pudo levantar un título de Supercopa europea, que pone al Atlético de Madrid y su afición con motivos para soñar y llegar a su gran reto en 2019: jugar la final de la Champions League en su estadio, el Wanda Metropolitano.