La selección española goleó ayer a la reciente subcampeona del mundo, Croacia, que son palabras mayores. Lo hizo con la frescura que exhibe en la nueva era de Luis Enrique. Liberada de todas las ataduras que le condenaron a una eliminación agónica en el pasado Mundial de Rusia, España es un equipo absolutamente distinto. Juega sin miedo y se ha oxigenado con la entrada de nuevos elementos. Como el valencianista Rodrigo, que volvió a marcar anoche. Anotó el tercero, en una definición certera ante el portero, tras un servicio magistral de Ceballos.

Fue una gran noche para España y, por supuesto, para Gayà. Luis Enrique apostó por el valencianista, en vez de Marcos Alonso, titular en Wembley, y ocupó la plaza que tenía adjudicada Jordi Alba desde la revolución de Luis Aragonés. Fue un consuelo, seguro, la retirada por lesión de Vrsaljko a los 20 minutos, pues le había complicado la vida seriamente un par de veces. El lateral de Pedreguer se entonó con el paso de los minutos y fue aportando su frescura habitual. Le sentó bien la equipación roja en la noche de su estreno. Una vez adquirió confianza, firmó una segunda parte notable. Tiene sitio.

Luis Enrique dejó claro, por otra parte, que Rodrigo ya es un protagonista seguro en la selección. El delantero del Valencia repitió en la delantera después de su exhibición de recursos ante Inglaterra y sólo Diego Costa, ausente por motivos personales, se le presenta como competidor. Eso si no es que juegan los dos juntos cuando llegue el momento. Su partido fue excelso, otra vez.

La exhibición de España estuvo comandada por la gente nueva. Marco Asensio, con dos golazos de bandera, Saúl, que celebró en su casa un tanto, y Rodrigo confirmaron lo que se intuyó en Wembley: son tres futbolistas claves en la nueva andadura de la selección, que ha salido de la depresión postmundial con una energía desbordada. En un país donde la frontera entre la euforia y la angustia es delgadísima, hoy ya todo el mundo se frota las manos con la Eurocopa 2020, a donde España podría ir directamente si se proclamase vencedor de la Liga de las Naciones -si vence en la Final Four, a la que se dirige embalado-, el torneo que ha dado alegría a los amistosos preotoñales. Además, es un equipo rejuvenecido, con chavales, como el mismo Gayà, con la ambición de situar a la selección a la altura que se merece. Un dato: Luis Enrique dio la titularidad a Ceballos, que no juega en el Madrid. Lopetegui debe de estar preguntándose cosas.

La superioridad de España sobre la subcampeona del mundo, que jamás había encajado media docena de goles, fue absoluta. La selección dominó la pelota, los espacios y creó peligro por el centro y por las bandas con mucha frecuencia. Como un vendaval, España fue marcando goles, uno tras otro, ante la pasividad de su rival. Croacia salió del Martínez Valero preguntándose, seguro, por qué España no se organizó mejor para acudir al Mundial.