El Villarreal ha cumplido veinte años en la elite del fútbol nacional. Han sido dos decenios en los que se ha vivido por encima de lo que se podía pronosticar por el tamaño de la ciudad y el propio club. Tal vez por ello en su debú en el Bernabéu recibió una silbatina insultante, recibimiento que no tuvo en otros campos. Fue un repudio impensable. Y encima Craioveanu le marcó en gol.

Al día siguiente, el cronista de ABC, José Manuel Cuéllar, insistió en su crónica que no era de recibo que un club como el Villarreal llegara a Primera.

Fernando Roig, cuando adquirió la mayoría de acciones de la sociedad, prometió que en dos años llegaría a Primera. Se equivocó: lo hizo en uno. En el Madrigal, ahora Cerámica, se han visto partidos de Liga de Campeones y se ha disfrutado de jugadores de categoría universal como Cagna, el primer argentino adorable, Riquelme, Arruabarrena, Forlán, Godín, Musaccio, Pirés y un buen grupo de futbolistas nacidos o crecidos en la cantera, consecuencia de una política envidiable y permanente. Fernando Roig, con el apoyo fundamental de José Manuel Llaneza, ha hecho del Villarreal símbolo de club modelo no sólo en España, sino también en Europa y el mundo suramericano. Para Roig, veinte años empiezan a no ser nada. O muy poco. O insuficiente.

En el Villarreal, futbolísticamente, no hay señales de alarma, pero sí preocupación. El comienzo de la temporada no ha sido lo brillante que se esperaba. Sobre todo, porque hubo cánticos al componer la plantilla. Los fichajes, especialmente los de Gerard Moreno y Ekambi hicieron creer que esta temporada el camino del gol iba a discurrir por mejores veredas. Se enalteció la supuesta mejora en el ataque con el añadido de Bacca y los partidos demostraron que defensivamente no se han conseguido los mismos refuerzos. Las derrotas en casa, especialmente la sufrida ante la Real Sociedad, fueron consecuencia de una ineficaz retaguardia. Antes del comienzo de la temporada ya había quienes ponían en duda al entrenador. Javi Calleja, que fue futbolista de grato recuerdo e hizo magnífica labor al frente del equipo B. Su ascenso fue casi por sorpresa y a tal medida se adjudicó la teoría de que en la casa la solución menos complicada es la de recurrir a técnico conocido y, de contrato poco desequilibrante económicamente, como ya se hizo en alguna ocasión. Javi Calleja tal vez no haya acertado en los primeros partidos. Quizá haya sido responsable de un sistema que no cuaja. A su labor habría que adjuntarle el eximente de que no es el responsable de los cambios efectuados en la plantilla.

El Villarreal cedió a Cheryshev al Valencia en condiciones que tal vez han beneficiado más al club de Mestalla que al del Madrigal. La familia Roig, tan acertada durante dos decenios, en todas las decisiones tomadas, económicas y deportivas, por razones tal vez inesperadas, además de soltar a Cheryshev triunfador, en el pasado Mundial, traspasó a Samu Castillejo. Con tales bajas resulta complicado que tres hombres que buscan el remate como función fundamental, no puedan encontrar facilidades para ello desde las jugadas de banda.

La decisión de Calleja de colocar de lateral izquierdo a Pedraza se presta a la polémica. La mejoría se sueña que llegue con la incorporación de Bruno, que ha sido quien mejor ha manejado la batuta de la orquesta amarilla. La lesión de Cáseres ha aumentado la debilidad en la zona de recuperación y creación. La mejor cohesión entre el centro del campo y la zaga llevará al equipo a los lugares que han sido su posición natural en los últimos años. Hace unos años, dos errores llevaron al traspaso al central Zapata, que ha triunfado desde que se marchó. Castigo similar padeció Marcano, que también ha sido jugador importante en los clubes a que ha pertenecido. En el ambiente está la inestabilidad de Funes Mori. Iturra ha sido solución improvisada. Ha sido reacción a bote pronto. Está por ver el acierto de su fichaje.