Mi pasión por este proyecto nace jugando en el Levante UD, cuando a través de la cabeza visible de su Fundación, Vicente Herrero, nos acercó a todos a un grupo de jóvenes que derrochaban ilusión por los cuatro costados. Cuando los vi por primera vez por mi cabeza no pasó que eran un grupo de chicos y chicas con discapacidad intelectual que querían jugar al fútbol, sino personas que desbordaban felicidad y alegría por cada poro se su piel al crear un equipo para competir en la Liga Genuine.

El Málaga Club de Fútbol por primera vez en su historia y siguiendo el ejemplo del club granota, a través también de su maravillosa Fundación ha puesto en marcha uno de los proyectos más importantes; la Escuela de Discapacidad Intelectual. Este jueves pasado fue su primer entrenamiento, y no os podéis imaginar cuáles eran sus caras al ir recibiendo el material que el club les proporciona.

La emoción y los nervios invadían un vestuario ansioso por saltar al campo y empezar. La mayoría estrenaban botas, pero ninguna de ellas era capaz de brillar tanto como sus ojos. Salían en fila de uno del vestuario pero el orden duró poco, cuando apenas recorrieron unos metros y todo eran abrazos entre ellos, carcajadas y gritos de ánimo al ritmo de ¡Málaga, Málaga!

Fernando, Miguel Ángel, Rubén y Cristina, los componentes del cuerpo técnico, tenían todo controlado al detalle para que los chicos se sintieran a gusto. Unas palabras por parte del entrenador antes de empezar recalcando la importancia del Fair Play y de unos hábitos correctos dentro y fuera del campo daban el pistoletazo de salida a un proyecto que ha enganchado a toda la ciudad.

El entrenamiento fue la primera toma de contacto con el balón y todos ellos demostraron que quien quiere, puede. Que no hay discapacidad intelectual capaz de impedir cumplir el sueño de vestir la blanquiazul y sentirse futbolistas. Son ejemplos para muchas personas, entre ellas para mi. Solemos quejarnos a menudo por «tonterías» y ellos son lecciones de vida. Son héroes y aunque puedan hacer mejor o peor un zigzag con el balón en los pies, lo que si hacen a la perfección es llenar de sonrisas y felicidad a todo aquel que les rodea Salí de allí con una sobredosis de felicidad y deseosa de que los días pasen rápido para volver a disfrutar con ellos. No tengo palabras de agradecimiento para Lucas y Basti por hacer realidad un sueño, no solo de ellos, sino de todos.