El primer equipo femenino de pilotos del mundo, el Champi Women Racing, se ha roto en mil pedazos. Las integrantes del club que creó el excampeón del mundo, Manuel «Champi» Herreros, en 2015, han desertado. La aparente armonía, el buen rollo que transmitía aquel proyecto pionero, se ha tornado en un cruce de duras acusaciones entre las pilotos y su director, Champi Herreros.

«Ha sido un fracaso porque Champi incumplió sus promesas y ha sido un mal gestor», denuncian desde un lado. «Se ha roto porque no hay patrocinadores. Sin inyección económica no podemos seguir», responde el último campeón del mundo de 80 cc (1989). La Diputación de València, que subvencionó al club en 2016 y 2017 y mantiene un convenio abierto en 2018, se enteró ayer de la noticia. No estaba al corriente. La disolución del equipo impedirá ahora el cobro de la ayuda correspondiente al año en curso.

Aparentemente, era un proyecto genial: el primer equipo exclusivamente femenino, incluidas las mecánicas e ingenieras. Un trampolín para las mujeres en un mundo de hombres. Tan atractiva fue la idea que la corporación provincial no dudó en destinar una ayuda de 60.000 euros en 2016 y unos 20.000 en 2017, un pequeño porcentaje de una marca que debía financiarse principalmente del dinero privado. De los patrocinadores que, según Champi, ya ni están ni se les esperan.

Tres años después de su creación, la mayoría de las pilotos y mecánicas que soñaban con progresar y ganar carreras bajo la marca del campeón mundial critican la gestión de Champi. Algunas lo hacen sin remilgos; otras no quieren hablar por miedo. Dicen estar amenazadas. «Tenemos prohibido, por contrato, hablar mal del equipo y de Champi, así como 'tocar' a los patrocinadores. Si lo hacemos, nos pueden denunciar y podríamos tener que pagar 300.000 euros de multa», explica una de las expilotos. Champi no lo niega: «Los contratos privados están para cumplirlos y no voy a desvelarlos. Yo sólo puedo decir que he hecho un gran esfuerzo. Para ser campeón del mundo hay que tener cojones y yo los tuve para apostar por este proyecto pionero para la mujer. Pero nos han fallado los patrocinadores. Lo que me duele es ver a gente desagradecida», afirma Champi.

La exdirectora de marketing del equipo, Amparo Mora, respalda a Champi: «Son gente demasiado joven (en relación a las pilotos) y algunas no tenían los pies en el suelo. En el mundo de las motos hay muchos egos. Hasta el último año no habíamos encontrado mecánicas preparadas», explica. «Me duele ver a gente desagradecida. Hay familias que se gastan mucho dinero en correr y nosotros, que les hemos dado la oportunidad, se vuelven contra ti», añade Champi.

Paquita Ruiz (campeona de España en categoría femenina), Claudia Sepúlveda (quinta de España en carreras mixtas), Paki Herráez, María Calero e Irene Sandín componían el cupo de pilotos del Champi Women Racing el año pasado. Paradoja: el último miembro del equipo en salir ha sido un piloto, Dani Sáez, incorporado en 2018. No era el único hombre en el box. «El hermano de Champi estaba de mecánico en el equipo. Las mecánicas no tenían sueldo ni contrato y les prometieron que más adelante lo tendrían, pero eso nunca llegó», denuncian desde el entorno. Otra detalla cómo, presuntamente, Champi «escatimaba dinero por todos lados». «Sólo nos pagaba la comida el día de las carreras y conseguía algún juego de neumáticos. A una le hicieron devolver el mono al final de la temporada y le pasaron un recibo de 2.400 euros por el arreglo de una moto, cuando al final costó 1.400 euros. La gasolina me la tenía que pagar yo y cuando un tubo de escape tenía unas rayas decía que había que ponerlo nuevo», explica una piloto. «No me dejó entrenar con la moto porque decía que estaba preparada para la siguiente carrera y cuando llegó ese día, resulta que seguía con los neumáticos de agua de la anterior. Y las motos sólo las pintaban para la presentación de la Diputación», explica.

Champi se defiende. ««Lo que me duele es ver cómo el equipo se resquebraja por dentro por reclamar 100 o 1.000 euros. Yo he tenido que pagar dinero de mi bolsillo», asegura.

Desde el entorno del equipo, lanzan otra reflexión: «¿Por qué no dejan que el equipo lo dirija una mujer? Hay gente preparada en València para ello».