Líder y con el billete a la segunda fase de la Eurocup. Ese fue el botín material que ayer se llevó el Valencia Basket de la mítica cancha Pionir de Belgrado. Sin embargo el mejor premio que se llevaron los «taronja» fue un sorbo de autoestima. La moral estaba bajo mínimos y las dudas revoloteaban en abundancia sobre el grupo. En Belgrado no se ha disipado todo, pero el Valencia Basket dio un paso para mostrar el deseo de cambiar y mejorar. Dos hombres que debían el paso al frente como Van Rossom y Dubljevic asumieron la responsabilidad. El conjunto «taronja» ganó entre cosas por la defensa pero principalmente por su fe en ser mejor que el rival. Aún se está lejos del nivel óptimo que se puede dar, pero dada la complicada situación con la que se llegaba al duelo ante el Partizan, ganar con cierta solvencia era el primer paso que había que dar. Gestos como las protestas airadas al árbitro, echarse a tierra a por un balón o correr tras un robo se vieron en el parquet del mítico pabellón serbio. Se ha avanzado poco, pero no se ha ido hacia atrás. El Valencia Basket ha demostrado que no está muerto y que tiene corazón y orgullo. Todavía no es tarde para engancharse a una campaña que ha sido excesivamente sinuosa.

Reacción tras el descanso

El Valencia Basket comenzó algo nervioso aunque poco a poco se fue asentando para exhibir la línea deseada de juego con una buena defensa y ataques rápidos que obligaron a Trinchieri a parar el encuentro (4-13). El partido se igualó con las rotaciones realizadas por Ponsarnau. Tobey fue el jugador más afectado ya que se vio penalizado con tres faltas personales en un minuto. En medio de esta situación, el Valencia Basket perdió su rigor y el Partizan lo aprovechó para situarse por delante (30-28). Con problemas para anotar y una dirección errática el conjunto «taronja» se fue por debajo al descanso recordando su inconsistente imagen de esta campaña (36-34).

Tras el descanso el Valencia Basket recobró rigidez en defensa lo que llevó a recuperar la ventaja en el electrónico tras un triple de Van Rossom (44-45). El Partizan no desfalleció y con Marinkovic como principal argumento encendió las alarmas del conjunto valenciano, que se vio obligado a parar el encuentro en un momento crítico (57-52). A partir de ahí fueron los mejores minutos del encuentro para los de Ponsarnau, que consiguieron un inapelable 0-12 de parcial que empezó a allanar el camino. Con la confianza de la inercia positiva y un desgaste atrás que desquició a los jugadores serbios, el cuadro de la Fonteta exhibió firmeza para llevarse el triunfo hasta València.