Valentino Rossi se anotó ayer el Rallie Show de Monza de forma incontestable. El piloto de motociclismo volvió a cambiar su moto por el coche, como hace todos los años en dieiembre, y logró el triunfo en Italia tras imponerse en todos los tramos cronometrados y sacar un mundo al segundo clasificado, que fue el piloto oficial de Ford, Teemu Suninen.

Manda la tradición que Rossi cambie su Yamaha por un coche de rallys en el mes de diciembre. El astro italiano, que ya hizo sus pinitos en el Mundial de Rallys sin excesivo éxito, tiene por costumbre cambiar el manillar por el volante en el templo de la velocidad, que todos los años en diciembre se convierte en un entresijo de tramos cronometrados.

Este año Rossi corrió con un Ford Fiesta WRC con las últimas evoluciones, como el kit aerodinámico que hasta ahora sólo había utilizado Sebastien Ogier en el Mundial.La modificación resultó imbatible en manos de Rossi, que una vez más llevaba a su derecha a Carlo Cassina, el que fuera copiloto del mítico Miki Biasion entre otros.

Desde el primer tramo del viernes, el italiano fue sumando una victoria tras otra, hasta imponerse en las nueve especiales de que constaba la prueba. Suninen, primerizo en Monza, y piloto más avezado en tierra que en asfalto, nada pudo hacer para frenar el ímpetu del Doctor. No salvó el honor de los pilotos de rallys como hicieron Dani Sordo, que ganó en 2010 y 2013, Sebastien Loeb, triunfador en 2011, o Robert Kubica, que ganó en 2014.

Amante de la velocidad

Esta la séptima ocasión que Valentino Rossi sube a lo más alto del podio en una prueba que se ha convertido en su fiesta particular de final de temporada. Es un verdadero amante de la velocidad. Nadie como el italiano sabe sortear las barreras de neumáticos, chicanes y demás obstáculos artificiales que convierten el templo de la velocidad en un rally. Suma este triunfo a los logrados anteriormente en 2006, 2007, 2012, 2015, 2016 y 2017, y se distancia en cabeza del ranking de ganadores, en el que le sigue Dindo Capello con cinco victorias.