Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar imagino que habéis tenido colapsado el Buzón Real pero, no podía dejar pasar la oportunidad de mandaros mi particular carta en la que sobre todo, por encima de lo material, os pido que cuidéis de los míos. Olvidaros de mí.

Deseo no solo para mi familia y amigos, sino para todos, salud. Que a todas mis compañeras tanto de mi equipo como de otros sin importar el escudo que defiendan, que nos respeten las lesiones. Ah, y no me puedo olvidar de los más pequeños. Por favor, que ningún niño del mundo se quede sin regalo.

Durante este pasado 2018 he sido muy feliz, viví deportivamente uno de los momentos más bonitos en mi carrera. Después de quince años en Primera División y habiendo conseguido realizar todos mis sueños, decidí bajar a Segunda porque quedaba un reto por cumplir; ascender a la máxima categoría.

Cuando ya creía que mi retirada podía estar cerca de casa, de nuevo salí de mi zona de confort y emprendí una nueva aventura a cientos de kilómetros.

No me costó tomar la decisión, aquí en Málaga soy muy feliz. Me ha sorprendido la gente, el club, la ciudad, en definitiva, todo. Eso me ha hecho poner el corazón en cada cosa que he hecho. Si trabajas en los que apasiona, puedes tener una vida plenamente feliz, y yo tengo esa gran suerte. Mi esfuerzo me ha costado durante años, pero lo conseguí.

He viajado, he disfrutado de mi trabajo, he conocido lugares que enamoran y personas que enamoran aun más. Entre ellos, a mis Genuine (Málaga CF EDI), que me han regalado unos últimos meses del año tan bonitos como difíciles de olvidar. Me he equivocado 2018 veces y he aprendido. O eso creo. Y si no es así, lo haré en el futuro.

Seguiré poniéndome metas y peleando batallas a capa y espada, porque conformarme con lo que tengo no entra dentro de mis planes. Quiero seguir aportando mi granito de arena a aquellos que lo necesitan, y prometo que voy a dejarme el alma por intentar dar siempre mi mejor versión.

Por eso 2019, sólo te pido que seas bueno, que pase lo que tenga que pasar, pero que las lágrimas jamás superen a la risa y que este sea un cuento con final feliz. ¿No es pedir mucho, no? No me falles.