«El fútbol no es para chicas, tampoco para chicos. El fútbol es para futbolistas». Con este lema reivindicaba el FC Barcelona la igualdad entre hombres y mujeres a través de sus redes sociales. Coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, este pasado 8 de marzo, lanzaron un vídeo protagonizado por varias de sus jugadoras en el que pretendían transmitir un claro mensaje; todos y todas somos iguales, por lo tanto debemos tener los mismos derechos para luchar por nuestros sueños. Esta no fue la única, un sinfín de deportistas, entidades y clubs se sumaban a la causa con diferentes iniciativas.

Soy de la opinión que hoy día 11 también es día de la mujer. Y ayer, y mañana, y los 365 días del año. De la misma manera que para los hombres. Nadie puede arrebatarnos la oportunidad de pelear por lo que queremos ser, sin importar lo que los demás quieran u opinen. ¡Qué suerte la mía iniciarme en este mundo dominado por hombres en un club en el que jamás me sentí un «bicho raro» por ser la única niña!

Si pudiera encontrarme con aquella pequeñaja pelirroja de 1991 que correteaba con un balón cuando iba a ver a su padre jugar le diría: «Siéntete orgullosa porque eres mujer y eres deportista profesional»; algo impensable hace unos años. El fútbol femenino no es algo nuevo. 2003 fue el año que daba el pistoletazo de salida a mi carrera en la élite, entre las mejores, entre aquellas pioneras que ya me llevaban años de ventaja, sufriendo comentarios de una sociedad anclada en los valores masculinos a ultranza.

Empezar no fue fácil. Tocar puertas y puertas hasta que alguna de ellas abría y nos escuchaba fue duro, pero se hizo. Las más veteranas hoy día, las que seguimos sus pasos, continuamos quitando piedras del camino para que con ellas las más jovencitas puedan construirse un futuro esperanzador. Nivel hay, y este que es año de Mundial volveremos a demostrar nuestra valía.

No dejaremos que nadie se aproveche de eso buscando el interés propio, sin pensar en nosotras, que al fin y al cabo nos encontramos en medio, entre asociaciones, federación, etc.

El deporte es una potente máquina de generar desigualdad, sin embargo el destino ha querido que se cruce con unas guerreras incansables dispuestas a seguir cambiando los tradicionales roles de género. Ni hombres, ni mujeres; futbolistas, a secas.