Por fin Ekambi se marchó por la puerta grande de la Cerámica. Aún está en el proceso de quitarse la losa de ser el sustituto de Bakambu, pero ayer hizo méritos para ganarse un cántico propio de la grada. El franco-camerunés se encargó de despertar al Villarreal en el momento más delicado. Tras un pobre primera mitad, el Rayo había devuelto los fantasmas del descenso al césped. Pero en dos minutos, con dos mordiscos a la yugular, el delantero amarillo destrozó a los vallecanos y encarriló el triunfo. En las postrimerías, Gerard Moreno abrochó la victoria, y el grito de júbilo y alivio de la grada dejó claro la importancia de este triunfo.

El descenso se aleja a cuatro puntos y, en dos semanas, visita a Balaídos para dejar al Celta a siete. Cuarta victoria consecutiva de los amarillos que, sobre todo, han demostrado que han revivido, que ahora todo les sale bien y están aprovechando la ola buena.

Pero, en la primera mitad, soplaban vientos de tormenta en el Estadio de la Cerámica y fue el Rayo el que se encargó de desencadenarla. El Villarreal mostró su versión desenchufada durante la primera media hora de encuentro. Por un instante, la buena dinámica y la confianza atesorada con las tres victorias consecutivas se difuminó, y reapareció el equipo espeso y sin determinación tan habitual en esta temporada.

Calleja optó por Samu Chukwueze en la delantera para acompañar a Ekambi, y Jaume Costa repitió a banda cambiada en el lateral derecho. Pero pronto se vio que la cosa no fluía. Entre la torrija que llevaba el conjunto amarillo y un Rayo respondón, alimentado por las ganas de Bebé y el control de Mario Suárez, el campo se desniveló del lado amarillo. Además, Jaume Costa sufrió una lesión muscular antes del minuto 20 y tuvo que ser reemplazado por Miguel Llambrich. Todo mal, todo en contra del plan establecido.

En este arranque confuso del Villarreal, apareció la cabeza de Mario Suárez para castigar al submarino. En un saque de esquina ensayado, en el que Bebé cedió a Imbula junto al banderín de córner, el franco-congoleño se inventó un centro al corazón del área. Mario Suárez le ganó la partida a Miguelón y, con un medido testarazo, batió a Sergio Asenjo.

Fueron instantes de desconcierto en el bando local. La grada mostró su desaprobación ante lo que estaba viendo y, sobre el verde, no aparecía nadie que se hiciera cargo del rumbo. Pero el más descarado, Samu Chukwueze, se inventó una diablura en la línea de fondo para deshacerse de Álex Moreno que puso a la afición de nuevo de parte del equipo. La jugada, en el minuto 28, terminó con un disparo a las nubes de Morlanes, pero sirvió para despertar a los amarillos.

El Rayo, siete derrotas consecutivas, optó por embarrar el partido. Pérdidas de tiempo, protestas, patadas a destiempo...todo para molestar a un Villarreal que se desperezaba. Apareció Cazorla y se le sumó Pedraza. En el minuto 36, un centro del andaluz no lo despejó Gálvez. Le llegó la pelota a Samu que vio como su disparo se lo encontraba Dimitrevski. Al filo del descanso, fue Álvaro el que templó el balón al área desde la derecha. En el segundo palo, Pedraza no supo embocar la pelota dentro de la portería.

El arranque de la segunda mitad confirmó que el Villarreal había recuperado la confianza y el colmillo. Con un Ekambi desencadenado, doble goleador en dos minutos, el conjunto de Calleja volteó el marcador y desencadenó el delirio en la grada de la Cerámica. Primero avisó Iborra, en el minuto 47, que mandó demasiado alto un balón al corazón del área asistido por Pedraza. Pero tres después, el franco-camerunés aprovechó el toque de Velázquez, a un pase desde la izquierda de Samu, para superar a Dimitrevski. Pero no tenía suficiente el ex del Angers, porque sólo dos más tarde, en el minuto 52, explotó su velocidad para llegar a un pase al hueco de Iborra. Sin oposición, Ekambi rescataba al Villarreal y ponía el partido cuesta abajo para los amarillos.

La remontada express metió en barrena al combinado de Míchel. Los franjirrojos se estrellaron contra un Villarreal renacido, que apretó atrás y que apenas ofreció posibilidades de generar peligro a un equipo golpeado por las adversidades. Tardó casi 20 minutos el conjunto rayista en aproximarse a la puerta de Asenjo, pero lo hizo con un saque de esquina que murió sin ser rematado entre los tres palos de la meta local.

En los últimos 20 minutos, el juego se vio devorado por la tensión. Con un estadio cada vez más encima del Rayo, los madrileños se desquiciaron ante un sólido rival. Ante la incapacidad de generar peligro, llegó el enfrentamiento. Los vallecanos no devolvieron el balón al Villarreal, que lo habían lanzado fuera para atender a Álvaro, y se desencadenó una trifulca en el centro del campo que sólo beneficiaba a los amarillos. Aparte de para liberar tensiones, sólo sirvió para que el crono se acercara un poco más al minuto 90 y se certificara la victoria.

Pero Gerard Moreno decidió finiquitar la historia antes de tiempo. Con un Rayo volcado y desubicado, Morlanes aprovechó para lanzar un pase largo que pilló la espalda de la defensa. El delantero catalán aprovechó su velocidad para marcharse solo y encarar a Dimitrevski. No dudó Gerard que buscó el palo izquierdo para sentenciar la contienda. Respira aliviado el Villarreal que ahora ve la vida de color de rosa.