Rodrigo Moreno y Daniel Parejo Muñoz mandan en el Valencia y también empiezan a ser importantes en la selección española. Ya lo era el hispano-brasileño, fijo para Luis Enrique y anoche en Mestalla de nuevo goleador. Ante un público que lo idolatra, Parejo debutó como titular en la Roja, agarrando galones con naturalidad, sin extrañar a los nuevos compañeros, ni tampoco un sistema (4-3-3) que no es el del Valencia. Ambos contribuyeron a la trabajada victoria de la selección sobre Noruega, demasiado viva y que acabó generando inquietud con su proverbial juego directo en un partido que había sido dominado, con posesión y sobradas ocasiones, por los locales.

En el momento de sonar el himno, el vocerío aumentó cuando en los videomarcadores aparecieron, con rostro solemne, Rodrigo Moreno y Dani Parejo, ídolos locales que no iban a dejar pasar la oportunidad de ser protagonistas. Los dos valencianistas, escorados en una posición no habitual en el bloque de Marcelino, no solo no acusaron el cambio del 4-4-2 al 4-3-3, sino que desatascaron el juego y ofrecieron soluciones atacantes.

La «evolución» prevista por Luis Enrique empieza a cuajar en un bloque con automatismos sólidos, pese a ser un equipo en plena reconversión de nombres, que todavía debe madurar aunque la idea ya quede definida. Parejo, con la espalda cubierta por Sergio Busquets, se movió con soltura cerca del área. La conexión entre Jordi Alba y Asensio por la izquierda era eléctrica y Morata las ganaba todas de cabeza. Por la derecha, los centros a media altura y tensados de Navas ponían en dificultad a la alta pero rígida defensa noruega. El lateral del Sevilla apuraba la banda con facilidad ante la inteligencia en los movimientos sin balón de Rodrigo.

El 9 valencianista burlaba vigilancias y abrió el marcador al rematar a placer una jugada trenzada entre Asensio y Jordi Alba, asistente. Rodrigo marcaba su quinto gol con la Roja y se sumaba al selecto club de blanquinegros que han anotado tantos en Mestalla con la selección, junto a Mundo, Saura, Tendillo y Marchena. Era el minuto 15, la noche prometía. Rodrigo, cinco minutos después, rozó el segundo al inventarse una filigrana de tacón que casi sorprende a Jarstein en el primer palo.

Sin balón, con Odegaard aislado, Noruega se sacudía la presión con balonazos largos hacia sus dos referencias en ataque, King y Elyounoussi, que contó con una gran ocasión. Había que corregir algún despiste en el repliegue, pero España dominaba con solvencia y acumuló llegadas para dejar sentenciado el partido en la primera mitad. Luis Enrique aceptaba la petición popular de Mestalla, entre una alineación plagada de peloteros, de entregar galones a Parejo a la hora de lanzar faltas. En una de ellas, el de Coslada puso un balón de oro a la cabeza de Morata. Luego probó un golpe franco, pegado al palo. En ambas ocasiones, Jarstein reaccionó con reflejos y colocación.

Antes del descanso, Rodrigo definía, algo forzado, una preciosa combinación nacida de un pase profundo de Asensio y un doble taconazo, primero de Rodrigo y luego de Morata, para habilitar el disparo final.

El partido no se desprendía de cierta sensación incómoda, de amenaza latente, ya que el marcador era corto y Noruega incrementó su intimidación física con la entrada de Bjørn Johnsen (1'95 metros) y la reiteración de los potentísimos saques de banda del central Nordtveit, directos al punto de penalti. La Roja acusaba dificultades para despejar el juego directo escandinavo hasta que Iñigo Martínez agarró y derribó al gigante Johnsen. King marcó el penalti. El castigo era excesivo y, de hecho, no hundió a la selección española, igual de insistente y con Morata siempre presto a definir. El delantero del Atlético se adelantó a la temeraria salida de Jarstein y provocó el penalti que devolvía la lógica. Lo transformó Sergio Ramos, en ese estilo semi-Panenka, por el centro, bombeado, pero más fuerte que aquella locura patentada por Antonin Panenka en 1976 en Belgrado.

Luis Enrique dio entrada a Canales, Jaime Mata (dos merecidísimos debuts con distintas historias de superación) y Rodri, y Parejo se retiró ovacionado por su gente. Noruega, que con tan poco había logrado tanto, acabó el partido con tres delanteros altos, pero España gestionó con corrección la posesión de la pelota, para acabar acunando una victoria muy importante y, así, empezar sin sobresaltos el camino a la próxima Eurocopa.