¿A qué te dedicas?
Soy el encargado en España y Portugal de ver perfiles de jugadores que le encajen al Aston Villa (campeón de Europa en 1982).
¿Echas de menos jugar?
Mucho, sobre todo el día a día: saber que tienes que ir a entrenar, ver a tus compañeros, saltar al campo y el olor peculiar del césped... pero de vez en cuando te lo vas quitando en los veteranos de la selección y del Levante.
Participaste en el partido de las Leyendas del Centenario del VCF con el equipo de España.
Muy emotivo ver a tantísimos jugadores que han vestido la camiseta del VCF. Fernando Giner lo hizo todo.
¿Desde qué lado se vive el derbi con más pasión?
El pequeño siempre quiere ganar al grande y se le da más valor.
¿El derbi que más recuerdas?
Los que jugamos en nuestra casa cuando nos mantuvimos seis temporadas seguidas en Primera. Quien se pone más contento es la afición. Cuando sales a la calle al día siguiente, para que me digan a mí algo, que se lo digan al otro.
De niño eras delantero.
Sí, me hinchaba a meter goles con balones largos: era muy potente en carrera. El Levante me ficha de delantero.
¿Y quién te baja al lateral?
R Yo estaba haciendo el servicio militar y en el Segunda B nos clasificamos para el play off de ascenso. Fael, el lateral izquierdo, se lesiona. Y un periódico me hace una entrevista. Se me ocurre decir que el entrenador, Carlos Simón, me debería dar la oportunidad de jugar en el lateral izquierdo (y no había jugado nunca). Y al día siguiente voy a entrenar, y Carlos Simón me da un peto para jugar de lateral. Y me salió un play off brutal, de escándalo.
Empezaste en el Serrano en un campito de tierra en el río...
Empecé en el Deportes Arnau que fue el CD Serranos, principios de los 80, bajo de las Torres de Serranos. Son los años más bonitos: cuando uno es niño disfruta de sus amigos y de jugar. Esa sensación del Serranos solo me ha pasado otra vez, en el Levante del ascenso con Luis García (2010) y en los tres años siguientes. Yo había vuelto al Levante con 34 años, muchos decían que estaba acabado, y estuve hasta los 40 con un rendimiento alto. Nunca volverá a haber un grupo humano como aquel.
Eráis una pandilla salvaje.
Soy de los poquitos futbolistas que ha pasado por todas las categorías: desde Primera Regional a Primera División, e internacional en un Mundial (2002). Y nos juntamos con gente similar como Javi Venta, Ballesteros, David Navarro, Pallardó, Iborra, Héctor, Cerra... todos coincidíamos en una cosa: lo importante era el vestuario, y cuidábamos de la persona que teníamos al lado. Los llantos que nos pegamos al darnos cuenta de que ese grupo se iba a disolver... La base siguió porque el club no era tonto. El primer año que ascendimos, perdimos en el campo del Sevilla y teníamos 15 puntos en el arranque de la segunda vuelta, con el presupuesto más bajo: nos reíamos todos los días en el entrenamiento y al final nos salvamos una jornada antes.
Recuerdas un derbi en el que Ballesteros, en Mestalla, se echó mano a los testículos.
R Sí, expulsaron a Xisco Nadal en el m. 20 y necesitábamos un punto para salvarnos. Y empatamos 0-0. Un gesto de decir: 'Por nuestros huevos y por todo lo que hemos sufrido este año'.
¿El juicio por el supuesto amaño del Levante-Zaragoza de 2011 cómo va?
En septiembre está el juicio, pero no voy a hablar nada más.
De su etapa en el VCF, hay un partido especial (3-4 en el Camp Nou, 19 de enero de 1998)
Es el que me recuerda todo el mundo por la calle: '¡que estabas de rubio, Juanfran!' Yo hago una temporada buena con el Levante en Segunda y mi amigo Jaime Ortí, una persona y un profesional increíble, se interesa por mí junto al Celta. Decido el VCF porque yo vivía con mis padres y se me hacía un mundo irme a 1.000 kilómetros. El VCF hacía 30 años que no ganaba un título y lo logramos en La Cartuja contra el Atlético (3-0).
¿Cómo era Valdano?
Estuvo las 3 primeras jornadas. Excelente trato con los jóvenes.
¿Y Ranieri?
Yo iba a jugar la final de la Copa del Rey, pero, cuatro días antes, en el entrenamiento, protestó un saque de banda, me enzarzó con él y me dice que no voy a jugar la final. Y me dice: 'En un futuro me lo agradecerás'. Y cuando faltaban 10 minutos para acabar, faltaba un cambio, me llamó y me dijo: 'Sal porque te lo mereces, chaval'. Él me llamaba 'mi hijo'. Era una relación de hijo-padre (jugó Mendieta de falso lateral izquierdo).
