La batalla de Girona planteaba ese vida o muerte que es tan común en los finales de campaña. Con la soga en el cuello, puesta por los errores propios, el Villarreal tenía en su mano apretarla más o bajarse del cadalso. El equipo eligió lo segundo con una de sus versiones más solventes. Minimizó esos errores propios, esas desconexiones que tanto le han penalizado en las últimas jornadas, para saber aguantar el tesoro que suponía el gol de Samu Chukwueze en el minuto 7.

Ahora la cosa ya no pinta tan mal. El descenso queda a dos puntos. El triunfo de Montilivi se une a las derrotas de Celta y Rayo Vallecano en el Wanda y en San Mamés, y manda al descenso al Valladolid que vio como en el descuento el Getafe le arrebata la victoria en Zorrilla para firmar el empate. Ahora, más allá del trámite de la Europa League en Mestalla, las visitas de Leganés y Huesca a la Cerámica en las próximas tres jornadas pueden ser definitivas para sellar la salvación.

En este trasunto de Juego de Tronos que se ha convertido la recta final de la temporada, en el que ganas o mueres, Girona y Villarreal afrontaron la batalla de los bastardos desde dos perspectivas antitéticas. Los catalanes, sin triunfos en casa desde el mes de octubre, apostaron por su perfil más ofensivo. Con Portu, Stuani y Patrick Roberts como tridente ofensivo, los de Eusebio Sacristán salieron con el objetivo de controlar el balón y encastillar a los amarillos en su área. Pero la propuesto chocó de frente con un submarino granítico, mentalizado en conceder pocos errores y dispuesto a aprovechar las contras. Javi Calleja apostó por Bacca y Samu como puntas de lanza y desplazó a la banda izquierda a Ekambi. Atrás, Álvaro y Mario acabaron siendo titulares, a pesar de las molestias que arrastraban, y Quintillá cubrió la banda izquierda.

A la perfección le salió el plan al Villarreal que se aprovechó de la velocidad de Chukwueze para adelantarse. Era el minuto 7 cuando Funes Mori cortó con el pecho un ataque gerundense. Cedió a Fornals, que metió un pase largo para el nigeriano. El atacante amarillo se plantó solo ante Bono y no se puso nervioso para batir la meta local.

Enrabietó el tanto a los de Eusebio que veían como el infierno del descenso se les acercaba de manera preocupante. Ante la asfixia, los rojiblancos intentaron morder. Sólo dos después del gol del Villarreal, se reclamó un penalti sobre Patrick Roberts de Funes Mori. Y en el 17, Stuani empató tras una elaborada jugada entre Portu, Aleix García y Roberts. Pero el VAR vio fuera de juego del delantero inglés.

Enceguecido por la presión del público y la impotencia del tanto anulado, el Girona entró en una fase de quiero y no puedo. El submarino, comandado por un equilibrado Funes Mori en la retaguardia, aguantó las embestidas y buscó sorprender la espalda del Girona para sentenciar.

Perdonó Portu a la media hora, con un cabezazo a saque de falta de Raúl García. Pero tras esto, la tuvieron Funes Mori y Ekambi con sendos disparos. El primero se marchó fuera, el segundo lo mandó a línea de fondo Bono. Tampoco acertó el camerunés al filo del descanso con un lanzamiento, desde el perfil izquierdo del área. Sólo Patrick Roberts, con una jugada personal que terminó en los guantes de Asenjo, inquietó la puerta visitante en el último cuarto de hora del primer acto.

La desesperación rojiblanca

El resultado azuzaba la necesidad del Girona, por lo que los rojiblancos retornaron al terreno de juego empeñados en marcar cuanto antes. Pero el Villarreal, fuerte atrás, desesperó a los catalanes que comenzaron a encadenar errores e imprecisiones. La única queja que se le puede hacer al conjunto de Calleja es que no supo matar el partido.

Más allá del descaro de Patrick Roberts, que en el 54 obligó a intervenir a Asenjo con un disparo desde la línea de fondo, fueron los visitantes los que acumularon las mejores ocasiones en la segunda mitad. Fornals, en una contra en el minuto 67, cruzó demasiado su disparo con la diestra desde el perfil izquierdo del área. Dos después perdonó Bacca, con un lanzamiento desde la corona del área, que rechazó Bono. Y ya en el minuto 77, un saque de falta medido de Cazorla lo cazó la cabeza de Funes Mori. Bono salvó el segundo de los amarillos.

Pero las cosas no podían ser tan sencillas, más con los precedentes que traía el Villarreal. El Girona, con la entrada de Doumbia y Pedro Porro, apretó en el último cuarto de hora. Reculó el submarino con la entrada en el campo de Cáseres y Pedraza, y forzó los continuos barullos en el área para un Girona sin claridad en los centros, que se estrellaba contra el muro de Adriano que había puesto sobre el césped el Villarreal.

La recta final se convirtió en n sinvivir para el conjunto castellonense. Puso toda la carne en el asador el Girona que casi se llevó el asado. Pero Asenjo también quería su parte de protagonismo. En el descuento. detuvo un remata a bocajarro de Doumbia en el área pequeña para salvar los tres puntos. Perdonó Cáseres en la contra la sentencia, pero el submarino abrochó la victoria con su mejor versión defensiva. Al final, el abrazo colectivo en el área de Asenjo demuestra la relevancia de estos tres puntos y la tensión descargada. El Villarreal sobrevive en la guerra por la salvación.