El Valencia Basket sumó ayer su cuarta Eurocup, la tercera en casa. Con capacidad para 8.500 espectadores, el recinto ochenteto construido en época del primer alcalde socialista (Ricard Pérez Casado) de València tras el franquismo, la Fonteta es un pequeño pabellón gigante. Un teatro de los sueños particular, porque allí se ha gestado la historia del baloncesto de elite en València. Una historia tan corta como intensa. Treinta y dos años que han dado para mucho.

El club que impulsaron los hermanos Roig , con el ascesno a la Liga ACB en 1988, agarró anoche su quinto título en casa, después de la Liga conquistada hace 2 años. Por si no fue suficiente aquel día con el triunfo ante el Real Madrid, el Valencia Basket tenía apuntado el partido de ayer en su lista de desquites tras la dramática derrota en su anterior final de la Eurocup, ante Unicaja, en el mismo escenario. Aquella noche, el conjunto malagueño congeló La Fonteta en un último cuarto de hora angustioso para la gente «taronja», que ya se sentía campeona. Hoy aquello está de sobra superado. Con cuatro títulos continentales, el Valencia Basket es el rey de la Eurocup. El jerarca indiscutible.

El espectáculo respondió con creces a las expectativas. Fue un duelo vibrante, divertido, tenso e intenso, adornado con la excelente actuación de Matt Thomas, en ataque, y Labeyrie en defensa.

Un triple del americano a 10 segundos del final del primer cuarto despertó definitivamente a La Fonteta de una pesadilla. La canasta situaba al Valencia Basket a un punto del Alba Berlín (17-18), a milímetros de un rival que había sacado de la jaula al fantasma de aquella dramática derrota ante Unicaja. Hasta pasados 4 minutos, con una canasta de San Emeterio, la Fonteta contuvo el aliento. 0-11 se llegó a situar el Alba Berlín, efectivo en el tiro, ante un rival sin ninguna puntería.

Dos triples seguidos de Dubljevic y de Matt Thomas al inicio del segundo cuarto situaban al grupo «taronja» por delante por primera vez (25-20). La caldera naranja entraba en ebullición. Ya no perdió su ventaja el conjunto de Jaume Ponsarnau en La Fonteta, territorio de pasiones desbocadas y pronósticos indescifrables.

El Alba Berlín aguantó un asalto y medio del combate. Después comenzó el rock & roll «taronja», otra coreografía de un colectivo, el Valencia Basket, que prepara su nueva aventura en la Euroliga la temporada que viene. Terreno donde quiere estar de por vida.

Tras 30 minutos de mucho ruido en la pista y en la grada, La Fonteta comenzó sus festejos al final del tercer cuarto. Su equipo ganaba por 19 puntos de diferencia (63-44) y el margen para otra pifia como la de Unicaja era diminuto. La peña más ruidosa soplaba ya muy fuerte las trompetas y golpeaba los tambores. Era el momento de recuperar las liturgias del recinto de toda la vida: la hiperactividad del eterno animador sentado detrás del banquillo local, el cántico eterno de «el Pamesa, oé, oé, oé» y las recetas contagiosas del speaker con su «anem, afició» o el «que bote La Fonteta». La diferencia llegó a los 25 puntos y San Emeterio regalaba un mate fantástico. Luego llegó la explosión, igualita a la de la Liga de 2017, cuando Rafa Martínez levantó la Eurocup, otra vez. Un título que devuelve al Valencia Basket a la aristocracia del baloncesto europeo. «¡Campeones, campeones!», gritó La Fonteta, orgullosa de sus colores.

Juan Roig y Hortensia saborean el momento

El capitán del Vaencia Basket, Rafa Martínez, fue el primero en levantar la Copa, antes de que el dueño del club, Juan Roig, saltara al centro de la pista a saborear el momento. El empresario tomó el trofeo y posó junto a su mujer, Hortensia, en el momento de mayor euforia en una Fonteta que se quedó un buen rato a celebrar el título.