A tres días del trascendental encuentro contra el Girona, rival directo en la pelea por eludir el descenso, el Celta de Vigo buscó un golpe de efecto con la ampliación de contrato de Iago Aspas, el símbolo del celtismo, el futbolista que ha resucitado a un equipo que se hundió a raíz de su lesión.

Aspas amplía una temporada más su contrato, hasta junio de 2023, año en el que el Celta celebrará su centenario. Cumple así su sueño, pero también el de la mayoría de los aficionados celestes, que pedían al club un gesto con un futbolista que en diciembre rechazó una oferta que triplicaba su salario. Su claúsula de rescisión pasa de 30 a 40 millones.

Con 32 años, el delantero de Moaña entendía que no podía abandonar al equipo, inmerso en la pelea por eludir el descenso. Era un nuevo reto. Sin él, que cayó lesionado a finales de diciembre en el Camp Nou, el conjunto vigués sumó cuatro puntos en once partidos; la semana que regresó sumó siete en tres partidos.

El internacional español es un futbolista sin igual en la historia del Celta, al que mantuvo en el fútbol profesional con dos goles al Deportivo Alavés en un dramático partido por evitar el descenso a Segunda B en mayo de 2009; al que empujó a Primera tres años después antes de vivir la dureza del fútbol en Liverpool y Sevilla.