Puro espectáculo. Eso es lo que ayer se vivió en la Fonteta con un Valencia Basket desmelenado y que humilló a un Unicaja deprimido, que se llevó una derrota de las que hacen daño. Los «taronja» superaron en todo a los malagueños, desde el primer minuto con un juego que escenifica que los mecanismos de Ponsarnau cada vez están más rodados y con un grupo de jugadores que confirman que la temporada, pese a haber ganado la Eurocup, ni mucho menos se ha acabado. Los números al final del choque fueron muy claros con un 125-48 en la valoración pero llamando mucho la atención los rebotes conseguidos -41- , las asistencias -26- o los quince triples conseguidos, datos que demuestran el gran dominio que se vio en la cancha.

Dubljevic y Tobey camparon a sus anchas en la zona, aunque el triunfo fue cimentado en el trabajo colectivo con hasta cinco jugadores por encima de los puntos y con todos anotando a excepción de Diot, quien sí repartió cuatro pases de canasta de fantasía.

La cuarta posición se consolida para los de Ponsarnau que abren ya una brecha de tres partidos con el Unicaja al ganar además el average particular entre ambos conjuntos. Con seis jornadas por delante el Valencia Basket muestra una fiabilidad ilusionante a estas alturas de la campaña, cuando las cosas empiezan realmente a decidirse. La Eurocup ha sido el mejor faro posible. Lo peor fue la lesión de Abalde, quien con una luxación en el dedo tras una jugada fortuita no acabó el choque.

Vendaval «taronja

A ritmo de Will Thomas con cuatro triples sin fallo en la primera parte, una fluidez descomunal y un control absoluto del rebote el Valencia Basket llegó al descanso con un marcador premonitorio pero que todavía no certificaba el triunfo «taronja» con una segunda parte por delante (48-27).

El paso por los vestuarios no animó al Unicaja. El equipo de Ponsarnau siguió mostrando ambición y deseo se empeñó en no dar ninguna opción a los de Casimiro que tan sólo podían responder a base de triples y jugadas individuales el repaso que se les estaba viniendo encima de manera inexorable. Un Tobey gigante en la pintura marcaba en el último cuarto una diferencia en el electrónico que marcaba el punto de escándalo (74-43). Los malagueños se vinieron del todo abajo. El propio Luis Casimiro reconoció tras el choque que su equipo había tocado fondo y lo confirmó con creces.

Los últimos minutos del duelo fueron para el disfrute general de jugadores y afición. Gran noche en la Fonteta. No será la última.