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Testimonio

"Perdí la conciencia y volaba sobre la arena, como Gladiator"

El bombero torrentino Edi Díaz, ganador de la categoría libre en la Titan Desert, explica su experiencia en la carrera ciclista por etapas más dura del mundo

Edi Díaz levanta su «Fat bike» después de una etapa en la Titan Desert. levante-emv

Edi Díaz (Torrent, 44 años) llega a su cita para la entrevista en su llamativa Fat bike, el modelo de ruedas gigantes (29 pulgadas) con el que subió al podio en la Titan Desert, la carrera ciclista por etapas más dura del mundo (650 kilómetros). Su mérito va mucho más allá del tercer puesto en esta modalidad y del 37º en la general. El bombero torrentino fue el vencedor de la categoría adventure, donde se concentran los participantes de clase media y baja, aquellos que pagan lo menos posible (nunca menos de 4.000 euros) para tomar la salida: no tienen derecho a asistencia, salvo casos de emergencia, durante la prueba. Ni mecánicos, ni médicos, ni alguien que les saque de un aprieto. «Si te ocurre algo, te las has de arreglar como puedas para salir», explica Edi Díaz. Bigote a lo Donald Glover, Edi se ha presentado en la redacción con el atuendo completo de ciclista profesional, incluidas las gafas de sol y el calzado. La Fat bike se ha quedado en la recepción. No era cuestión de subir con ella.

La Titan Desert son casi 700 ciclistas de varias nacionalidades conviviendo una semana en el Sáhara marroquí y argelino. Es encontrarte a Purito Rodríguez en una duna o a Abraham Olano en las duchas. Es encontrarte con una epidemia de gastroenteritis que provoca 200 abandonos, como hace dos ediciones. Es encontrarte, también, con la muerte de un compañero. Al español Fernando Civera le falló el corazón cuando subía una duna con la bici a cuestas. «Fue un palo. Pero todos sabemos a lo que nos enfrentamos. Se nos va la olla con lo de los retos», explica Edi, que corría su segunda Titan Desert. En su primera vez, hace dos años, llegó a perder la conciencia durante una etapa. «Sentía como que volaba sobre la arena, como a Gladiator en el final de la película. Otro empezó a sufrir convulsiones y a delirar», recuerda. «Ten en cuenta que vamos por el desierto a temperaturas de entre 45 y 50 grados, a veces cargando la bicicleta porque la arena es muy blanda». «Lo más preocupante son las manos y el trasero. Has de llevarte 6 culottes, uno para cada día, envasados al vacío para que no entre arena. Si entra, te destroza el culo». El resto de la mochila incluye herramientas básicas, barritas energéticas, frutos secos, chocolate y un máximo de 3 litros de agua, que repone en cada control de hidratación.

Las dos primeras etapas son las más duras. Kilómetros y kilómetros de arena. Dunas y más dunas. Desniveles invisibles. «El problema es que, a veces, no sabes hacia dónde ir. Aunque lleves GPS, es muy fácil perderse. Es una carrera de pura orientación. Cuando sale todo el mundo, no sabes si seguir a alguien. Al final acabas buscándote la vida». Las 4 siguientes etapas son más para rodar. De terreno más duro. «Ves gente dando volteretas, por los suelos, no sabes los accidentes que ves, a veces vas sorteando caídas», recuerda. «Una planta en el desierto es peligrosa. Suele estar junto a una piedra, así que hay que esquivarlas».

Purito Rodríguez (petit cigarrette para los francoparlantes de la Titan Desert) evidenció las paradojas de esta prueba única. «La orientación es fundamental. Purito tiene mucho gas, pero de orientación va mal», recuerda Edi, que coronó junto al ciclista profesional de carretera el puerto más duro de la Titan, de 17 kilómetros de subida. Palabras mayores en el Dakar de las bicicletas.

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