San Emeterio estaba decidido a no acabar todavía la temporada. El cántabro se disfrazó de héroe como antaño para guiar a su equipo a una victoria en el Carpena que iguala la serie y trae de nuevo la eliminatoria a la Fonteta, que será testigo del desenlace definitivo mañana martes (19.15). Paciencia, tesón y fe fueron las consignas de un bloque que se sobrepuso a todas las dificultades para ganar.

Equilibrio absoluto

El Valencia Basket salió a la pista conectado al máximo, sabedor de la importancia de un encuentro en el que era ganar o nada. Con una gran firmeza en defensa y un ataque colectivo y fluido, los «taronja» encontraron en Abalde, sin minutos en el choque del viernes, para lograr la primera ventaja reseñable (8-16). Con un tiro exterior errático desde el perímetro, el Unicaja no encontraba la forma de sumar puntos, mientras que los de Ponsarnau siguieron firmes en su estilo para conseguir llegar al final del primer cuarto con una interesante renta (12-20).

El segundo capítulo del partido mejoró todavía más el panorama para los de Ponsarnau, que siguieron jugando hilvanados y con paciencia en ataque, mientras que en defensa permitieron que los malagueños se desangraran en lo moral con un tiro exterior nulo y que disparó la ventaja «taronja» (18-34). Con un Carpena apagado y un Unicaja con muchas dudas, el encuentro viró de manera sorprendente en contra de los intereses del Valencia Basket. El equipo valenciano perdió su rigor ofensivo y Lessort aprovechó el errático duelo de Tobey para liderar un parcial de 14-1 que incendió la grada y el marcador (32-35). El tiempo muerto tardío de Ponsarnau apenas pudo contener la avalancha local, aunque sí se pudo salvar algo de ventaja en el ecuador del encuentro (32-37).

El Unicaja salió revolucionado tras el paso por los vestuarios y, gracias a los triples que comenzaron a entrar con Wiltjer y Roberts como ejecutores, los malagueños lograron ponerse arriba por primera vez (50-45). Con todas las luces de emergencia encendidas, los de Ponsarnau sacaron fuerzas para revertir la situación, aunque otro triple de Alberto Díaz dejó todo por dirimir en el tercer cuarto (53-52). Con un ambiente exaltado en la grada y una tensión máxima en la pista, era el momento de encontrar un referente claro y entonces volvió a salir San Emeterio. El cántabro tomó de manera descarada el bastón de mando de los suyos y se hizo el amo del choque. El Unicaja se mostró incapaz de frenar el vendaval del alero, que reventó el factor cancha para estirar la eliminatoria al máximo: se decidirá mañana en la Fonteta. Desde ya la caldera está en ebullición.