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Off the record

Que sea un hasta luego

Que sea un hasta luego

Dentro de un tiempo, siempre después del día en el que decida colgar las zapatillas, la camiseta de Rafa Martínez con el inmortal 17 taronja lucirá majestuosa en el cielo de La Fonteta junto a la de Víctor Luengo y Nacho Rodilla. La decisión de club está absolutamente justificada. Pasará una eternidad hasta que algún jugador pueda alcanzar su palmarés y sus 623 partidos en Valencia Basket.

Pero el aspecto más importante del legado que deja el gran capitán en Hermanos Maristas está relacionado con la faceta personal. No hay nadie en todo el planeta baloncesto que pueda decir una mala palabra de Rafa. Siempre dispuesto a hacerse una foto o firmar un autógrafo para los aficionados, buen compañero de vestuario, fiel hombre de club, educado con los árbitros, respetuoso con los rivales? La imagen de Facundo Campazzo, Felipe Reyes o Rudy Fernández aplaudiéndole el lunes en la secuencia de la despedida habla por sí sola. No son precisamente tres hermanitas de la caridad y el pitbull consiguió ablandarles el corazón en el momento del adiós.

Ese minuto quedará para siempre en la retina y el alma de los que estábamos en el pabellón. El club no estuvo a la altura en la marcha de Víctor y Fula, pero han sido numerosos los ídolos de La Fonteta que se han despedido poniendo en pie al personal: Brad Branson, Bernard Hopkins, Fabri Oberto, Serhiy Lischuk... Rafa Martínez, sin embargo, es el primero que se va empañando la mirada de miles de espectadores. Lloró él y, conociéndole, sintiéndole como de la familia, lloramos los demás. Solo una persona con mayúsculas es capaz de provocar esos sentimientos entre tanta gente.

El baloncesto es un deporte especial, diferente, de valores únicos que Valencia Basket, dicho sea de paso, cuida y fomenta como nadie en toda Europa a través de esa maravilla cercana que es L'Alqueria. Sería imperdonable que, una vez se retire, Rafa Martínez no regrese a su casa -con permiso de Santpedor- para continuar ayudando en el crecimiento del club. Como estos últimos once años. Haciendo lo que él quiera, formando a categorías inferiores, captando jugadores jóvenes, aconsejando incorporaciones para el primer equipo o siendo embajador taronja en ACB o FIBA. Haga lo que haga, la imagen de la institución saldrá reforzada.

Todos los niños y todas las niñas que hoy sueñan con gritar canastas en La Fonteta tienen desde el pasado lunes una leyenda viva y un referente al que imitar, dentro y fuera de la pista: Rafael Martínez Aguilera.

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