El Valencia CF conquistó ayer un triunfo de máximo valor en San Mamés. Qué mejor sitio que la Catedral, se dirían los futbolistas, para dar un puñetazo en la mesa y reivindicar tantas y tantas cosas para un club en contínuo desasosiego. La victoria tiene un efecto doble: supone un salto de gigante en la clasificación y, lo que tiene mucha más trascendencia, impulsa al equipo de Mestalla y a la sociedad valencianista hacia un terreno de mayor tranquilidad. Fue un triunfo de honor y gloria en tiempos convulsos. Un gol de Cheryshev, tras una jugada colectiva perfectamente elaborada y ejecutada en el primer tiempo, y una voluntad admirable, valieron para superar a uno de los equipos más en forma del campeonato. La victoria debió ser más cómoda: el Valencia CF desperdició hasta 6 ocasiones claras, por un par del Athletic.

El Valencia CF saltó al césped de San Mamés totalmente decidido a ganar, como un equipo vertical por encima de todas las cosas. Para calmar el juego, cuando hace falta, ya está Parejo. En diez minutos, el Valencia CF ya había dispuesto de 3 ocasiones, todas de Maxi Gómez, el delantero que ha irrumpido con el hambre de gol que necesita el Valencia CF en estos tiempos difíciles. Un remate con la diestra, tras una cabalgada de Wass, terminó con la pelota rozando la escuadra; después cruzó la pelota al segundo palo, en otra demostración de su obsesión por buscar la portería. ADN de delantero puro, voraz.

Minimizados los trámites en el medio campo, con una gestión tan sencilla como efectiva del mariscal Parejo, el Valencia CF firmó una puesta en escena formidable. El Athletic, el mejor Athletic de los últimos años, pasó un mal rato, desorientado ante un rival tan decidido. No encontraba la manera de darle sentido a su juego. Unai Simón evitó el gol de Garay, tras un precioso remate de volea al rechace de un córner, en la enésima ocasión del Valencia CF, crecido como el día del Chelsea. La motivación en los grandes escenarios brota de forma natural.

No hubo otra dirección que la marcada por el Valencia CF, al que sólo le faltaba acierto para confirmar su superioridad colectiva, individidual, de gestión del fútbol en todos los aspectos del juego. El gol nació, como no, de los pies de Parejo: robo de balón y pase de medio metro a Rodrigo, este a Maxi Gómez, autor de un espléndido servicio para Ferran Torres, que conectó con Cheryshev, que apareció como un tiro por el carril del '9'. De manual.

Lo merecía el Valencia CF por su impagable primer tiempo. Que lo diga el Athletic, casi convertido en un adefesio de equipo. Jaume Costa anuló a Muninain, mientras Williams se disipaba entre los centrales, que funcionaron como relojes.

El portero, y la suerte, evitaron el 0-2 nada más arrancar el segundo tiempo. El balón rematado por Maxi Gómez fue desviado por el cuerpo de Unai Simón a córner. El Athletic dio un paso adelante, obligado a adelantar metros, a llegar al área contraria de cualquier manera. Hubo entonces rifa de pelotazos, todo a la máxima velocidad. Williams estrelló el balón en el poste y continuación Garitano dio entrada a Aduriz, dos avisos que el Valencia CF, con Paulista ya en el sitio de Garay por lesión del argentino, tardó de asimilar. El Athletic jugaba ya con toda su intensidad. Llegaba al área y creaba ocasiones y la pregunta era saber cómo iba a manejar la situación el Valencia CF en la adversidad.

La necesidad de buscar el empate dejaba al Athletic, en teoría, expuesto al contraataque del Valencia CF. Así lo entendió Celades dando entrada a Manu Vallejo, rápido y habilidoso, por Maxi Gómez. Lo primero que hizo fue fabricar una ocasión clarísima: entró en diagonal hasta el centro del área, arrastrando a los defensas, y dejó solo a Cheryshev ante el portero con una asistencia sutil. Unai Simón, otra vez, evitó el 0-2.

El Valencia CF fijó posiciones en el último tramo, cuando el balón llovía con frecuencia en el área de Cillessen. Era la hora del rigor defensivo, de resolver la duda. Diakhaby, sustituto de Paulista, sobresalió en el trabajo de contención. Firmó una segunda parte excelsa. El Valencia CF gestionó la ofensiva local, y el ruido de San Mamés, con solvencia. Una excelente noticia, sin duda. Aún pudo marcar en la penúltima acción del encuentro, pero Sobrino envió la pelota al cuerpo del defensa, cuando el Athletic quemaba sus últimas naves y San Mamés se rendía a un rival supremo. El Valencia CF rompió una racha de 17 partidos del Athletic invicto en San Mamés.

El triunfo mejora considerablemente las perspectivas ante la cita de la Champions, del miércoles (21 horas), ante el Ajax en Mestalla. El Valencia CF puede situarse líder de su grupo.