Wilkes, que volvió a València para intentar ascender con el Levante UD, se divertía en el campo y disfrutaba de la vida, como hacía también Cruyff. Faas estableció su vivienda en La Pepica, donde devoraba arroces y hasta donde era transportado en hombros si el recital en Mestalla había sido bueno. Trabó tantas amistades por su calidad humana en el vestuario que llegó a marcharse con otro mito, Antonio Puchades, de vacaciones a Hawaii, en aquellos años 50.
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