Tiene 20 años y su sueño ahora es sacarse el graduado, pero también conseguir el título de entrenadora de fútbol. El balón la ha acompañado desde pequeña, en forma de cromos de futbolistas famosos, de juegos en el patio del colegio, de torneos escolares y de patadas al balón en las calles de Turís, del que dice que es un pueblo «pequeño, pero muy grande».

Como reconoce, «yo por el fútbol, todo. Estoy viviendo por el fútbol». Y lo es tanto que también ocupa sus horas de ocio delante de la PlayStation. Su historia no sería demasiado diferente de la de cualquier otra persona apasionada por el «deporte rey» si no fuera porque Alba Blasco tiene una discapacidad mental.

Eso no le ha impedido, sin embargo, ser el «alma» de la escuela de fútbol que la fundación del Levante UD tiene para personas con discapacidad, Levante UD EDI, además de ser la primera mujer con discapacidad mental en jugar en un equipo de fútbol femenino, la UD Yátova, que compite en Primera Regional.

Su historia de superación, de visibilidad como mujer y como referente en el mundo deportivo ha merecido este año uno de los premios eWoman organizados por Prensa Ibérica y Levante-EMV, el galardón al Mérito Deportivo que además tiene el patrocinio de LaLiga.

Alba se emocionó al oír su nombre, y emocionó al auditorio entero desde el atril. En sus agradecimientos, también en los posteriores, insistió en que el premio «no es para mí, es para el equipo de Levante y para que se sientan apoyados» y por todas esas familias y personas con discapacidad «a las que hay que ayudar». La suya estaba casi al completo, no faltaron ni los abuelos.

La vida tras el Levante UD EDI

Para ella, la propuesta de la fundación del Levante UD de unirse a esa escuela de fútbol lo fue todo. Hizo sus pinitos jugando en Turís pero la experiencia de entrar en una escuela base sin la orientación específica no sacó lo mejor de ella. «Me terminé bloqueando», reconoce. Tanto que lo tuvo que dejar y empezó una travesía en el desierto: «del cole, al bus y a casa» y vuelta a empezar en una rutina en la que no estaba cómoda. Le faltaba algo. Integrarse en el Levante UD EDI le dio la posibilidad de mejorar como futbolista y como persona y, sobre todo, «de tener una vida porque antes no la tenía». Es ahí donde «viaja, comparte, ha hecho amigos y amigas y ha mejorado en sus problemas de conducta», según explica su madre, María Soucase.

La «lideresa»

Tras cinco temporadas en la escuela de fútbol para personas con discapacidad del Levante UD, Alba se ha convertido en su «lideresa», dentro y fuera del campo tanto en el equipo femenino en el que ahora destaca, como cuando trabajan con el resto de personas que integran esta escuela de fútbol, casi todo chicos, 150 en total con edades desde los 5 a los 50 años. «Es la referente, es la que hace grupo, la que da instrucciones y da ánimos. No es de las que se rinde», resume Vicente Herrero, director del área social de la Fundación Levante UD, «incluso cuando juegan con el resto del grupo y no solo las chicas. Le hacen caso todos».

Para Alba, el poder jugar en un equipo exclusivamente de personas con algún tipo de discapacidad y en otro con jugadoras sin discapacidad no ha hecho más que enriquecerla. «En el Yátova me aconsejan y me ayudan y en un año he mejorado técnicamente», explica Alba. Este saber hacer le ha valido para reforzar su liderazgo en la escuela del Levante: «allí lo transmito, cómo tienen que bascular de cara al balón, por ejemplo...», explica empleando jerga técnica. Pero la correa de transmisión va en las dos direcciones y Alba también ha aportado cosas al Yátova como la única jugadora con discapacidad federada en un equipo femenino que compite en Primera Regional. «Más compañerismo, más valores, humildad...», cuestiones que los 150 integrantes del Levante UD EDI tienen bien presente cuando saltan al campo. Ayudarse, divertirse, celebrar... porque juegan por encima de competir.

«¿Y si hubieras sido un chico, hubiera sido más fácil?» Ante la pregunta, Alba se queda perpleja. Ni siquiera se había planteado la cuestión, porque su reto, de salida, era poder integrarse y poder jugar. «En su caso no es una cuestión de género, es por su forma de ser, tenía que salir», apunta su madre. «Quizá si hubiera sido un chico se hubiera conformado».

Para ella, el premio eWoman patrocinado por LaLiga es otro «grano» que poner en esa montaña a construir que es la integración y por la que ella lucha con un balón en el pie. «Con discapacidad también se puede luchar para alcanzar nuestras metas. Podemos lograr más, y llegar a nuestro extremo». Su extremo es, ahora mismo, poder ser entrenadora porque, simplemente, le gusta el fútbol. «Yo por el fútbol, todo».