No fue sonora, pero la Fonteta ayer mostró su desaprobación con el equipo. Si antes jugar en casa era el oxígeno y el alivio ahora ya no queda ni eso. Los valencianos han tocado fondo y lo peor es que sin muestras de esperanza de que se pueda cambiar.

El conjunto de Ponsarnau fue siempre a remolque de un rival que marcó en todo momento el ritmo del encuentro y que supo desde el inicio el estilo de juego que quería. El Valencia Basket ni lo tuvo ni supo encontrarlo. El desgaste físico y mental ocasionado por la Euroliga empieza a trasladarse en la Liga Endesa y sí en partidos como ante el Real Betis no hubo consecuencias, cuando enfrente hay un equipo que tiene calidad, fuerza y muchas ganas de revancha, la situación se complica. El conjunto malagueño encontró la manera de hurgar en la herida de los «taronja» con un juego directo y un acierto en la pintura que no tuvo réplica. La desesperación aumentó con las muchas ocasiones en la que los interiores del Valencia Basket fallaron canastas cantadas, fruto de la falta de confianza.

Ha llegado la hora de apretar los dientes. Gran parte de esta plantilla tras la famosa derrota de Tenerife se levantó y enmendó el año. Nueva reválida.

Siempre a remolque

El Unicaja tuvo en Thompson su principal vía anotadora en el primer cuarto. El jugador estadounidense superó claramente e Motum en los minutos iniciales del encuentro lo que obligó a Ponsarnau a buscar un recambio de urgencia con la entrada en la pista de Ndour (9-14). El equipo «taronja» reaccionó ligeramente de la mano de Doornekamp aunque la falta de contundencia bajo aros y un mayor nivel físico de los malagueños dejó a los visitantes por delante al final del primer período (15-20). El acierto exterior de Colom y Loyd igualó las fuerzas en los siguientes minutos aunque el Unicaja siguió anotando de manera regular bajo los aros para incluso ampliar su renta (27-34). Los últimos minutos de la primera mitad no mejoraron el panorama para los «taronja» que siguieron encontrando problemas para frenar el nivel físico del Unicaja con lo que se llegó al descanso con una peligroso desventaja en el electrónico (38-48).

En la segunda parte los nubarrones se cernieron sobre la Fonteta. El Valencia Basket no encontró en ningún momento la forma de hacer daño al Unicaja. Los jugadores mostraron síntomas de estar desorientados y faltos de fe, escenario que dejó a los de Casimiro en un situación idílica a la conclusión del tercer cuarto (53-66). Los últimos diez minutos rozaron el esperpento. El conjunto valenciano siguió evidenciando infinitos problemas para anotar y pese a los constantes cambios, Ponsarnau no encontró la fórmula. En algo más de seis minutos los valencianos apenas habían anotado cuatro puntos (57-73). El cambio de Marinkovic hizo explotar a los seguidores. El serbio, inédito hasta ese momento, podría haber sido un revulsivo, pero salió sin tiempo en un decisión difícil de comprender y que puede volverse en contra del propio técnico catalán. Cuarta derrota seguida y malos augurios en el horizonte si no hay una reacción inmediata. La semana se presenta frenética con dos salidas a Tel Aviv y Burgos en las que el margen de error se ha estrechado. Todo lo que no sea ganar o abrir la puerta a una mejoría aumentará los nervios, que como en muchas situaciones serán los peores acompañantes de un viaje que ya se sabía largo y difícil.