El año 2019 no pasará como uno más en la carrera de Roberto Bautista, ya que el tenista castellonense acabó la temporada por primera vez, a sus 31 años, entre los diez mejores del mundo -el noveno- y tomó el testigo de David Ferrer en el momento de la despedida del alicantino.

Arrancó a lo grande el 2019 con una victoria en Doha, donde se llevó el trofeo del Halcón de Oro. Allí fue capaz de eliminar en semifinales a Djokovic y batir en la final a Tomas Berdych.

A pesar de que el de Doha sería, junto a la Copa Davis, el único trofeo que levantaría el pupilo de Pepe Vendrell y Tomás Carbonell, su gran regularidad le llevó al top 10 tras ganar 42 de los 64 partidos disputados.

En el primer Grand Slam de la temporada alcanzó los cuartos de final en el Abierto de Australia. Su piedra en el camino fue el griego Tsitsipas.

Bautista recuperó en Miami su mejor versión, donde volvió a ganar a Djokovic, si bien en cuartos caería frente al estadounidense John Isner.

La temporada de tierra batida no fue especialmente brillante, con su mejor resultado las semifinales del ATP250 de Munich.

Mejor arrancó el periplo sobre hierba. Tras alcanzar los cuartos de final en Halle, donde cayó ante Roger Federer, en Wimbledon alcanzó las semifinales y cayó ante Djokovic.

Finalmente, se quedó a las puertas de participar en la Copa de Maestros, aunque viajó a Londres como primer suplente.

Sin embargo, la «nueva» Copa Davis permitiría a Roberto borrar ese sinsabor al ganar su primera ensaladera con un papel destacado, al ganar el primer partido de la final, días después de fallecer su padre.