Después de terminar su décimo Dakar consecutivo, Laia Sanz contempla 2020 como un borrador en blanco. "Este año, todavía no sé qué haré", aseguró durante una visita a la sede central de la Agencia EFE, donde cumplió uno de sus últimos compromisos post-Arabia.

Fueron días en los que debió batallar contra sus propios miedos, dada la muerte en carrera de Paulo Gonçalves. Por eso la piloto de Corbera de Llobregat, de 34 años, desea inaugurar un tiempo de vacaciones. Necesita limpiar el 'coco' y recuperar las ganas de abrir gas.

"Ahora por ejemplo, no quiero tocar la moto. Sobre todo, la de rallys. Normalmente, cuando vuelves del Dakar, la aburres durante un mes o dos", explicó.

¿Qué tiene previsto después del Dakar?

Este año todavía no sé qué haré. Normalmente planteamos el año cuando han pasado unas semanas del Dakar. Cuando acaba, descanso; y luego empiezo a entrenar con la moto de enduro, que es normalmente con la que hago más horas durante el año. El año pasado preparé el Erzberg, que es una prueba de enduro extremo, totalmente distinto a lo que hago. Me centré en preparar eso. Luego tuvimos el Silk Way (el Rally Ruta de la Seda), que es bastante largo, prácticamente como el Dakar. La última parte del año ya la dedicamos a preparar el Dakar.

¿Llega a no querer tocar la moto?

Sí, ahora por ejemplo, no quiero tocar la moto. Sobre todo, la de rallys. Tengo ganas de tocar la moto de trial o de enduro. Tengo ganas de tocar la moto para divertirme. La moto de rally, normalmente, cuando vuelves del Dakar, la aborreces durante un mes o dos.

¿Cuándo reaparece el gusanillo?

Cuando recuperas el coco, porque el Dakar es una carrera de mucho desgaste y los meses previos son de muchos compromisos. Cuando pasa el Dakar, el post-Dakar y tienes tiempo de descansar, vuelve el gusanillo y empiezas a pensar en el siguiente.

¿Qué le gusta hacer cuando no compite?

Soy bastante inquieta y me gusta, aunque no esté compitiendo, el deporte en general. Siempre estoy haciendo algo. En mi vida normal, me gusta pasear a mis perras, me gusta la montaña, en verano me gusta el mar y me gusta hacer cosas normales de mi edad. Estar con mis amigas, estar con mis amigos, salir de vez en cuando y hacer cosas normales.

¿La fotografía entra dentro de esas otras aficiones?

Es algo que me gusta. Antes, cuando tenía un poco más de tiempo, intentaba jugar con una cámara que me regaló mi padre. Siempre me ha gustado, me atrae.

¿Qué cosas cree que se le dan bien?

Supongo que no seré mala en moto si he llegado a donde he llegado, aunque supongo que es más fruto de la constancia que de ser buena y tener talento.

Ha llegado lejos, ¿no?

Me sorprendo mucho del camino que he hecho. Si me llegan a decir hace doce años que habría hecho diez veces el Rally Dakar, que los habría terminado todos y que estaría en un equipo oficial, que he ganado Mundiales de enduro, que es una disciplina totalmente distinta a lo que hacía€ no creería nada.

¿Cómo se ve en un futuro?

Ojalá esté dentro de unos años corriendo el Dakar en coches, con un buen coche. Ojalá. Nunca se sabe, hay que soñar. De momento me veo en moto, pero es verdad que este Dakar fue muy peligroso y cada vez me apetece más el tema de las cuatro ruedas. El nivel de exigencia en moto es muy alto. Tienes que estar a un nivel físico altísimo y tampoco tengo 20 años.

Sí, me siento con fuerzas para seguir en moto, pero es verdad que me gustaría que el cambio llegue más pronto que tarde. Además, hay mucha parte de coco en una carrera que dura quince días. No es una carrera normal, en la que acaba el día y llegas al hotel, desconectas y cenas. Aquí son quince días muy intensos, a contrarreloj. Llegas y estás pensando en la siguiente etapa. No puedes relajarte. Aunque te haya ido muy bien el día, no hay ni tiempo para celebrarlo. Si te ha ido muy mal, no hay que lamentarse mucho. Eso, psicológicamente, desgasta mucho. La gente nos ve quince días, pero para llegar bien al Dakar hay que trabajar muchísimo los meses previos. Hay otro Dakar durante el año.

¿La preparación es igual de dura que la carrera?

Para la preparación es muy bueno lo acumulado: los entrenamientos, la experiencia y las carreras. Los últimos meses del año, cuando acaba el verano, nos centramos más en la preparación específica para el Dakar, pero yo entreno durante todo el año e intento mantenerme en forma durante todo el año. Sí que es verdad que los últimos meses son más encarados al Dakar. No me cuesta entrenar en moto. En la parte física, hay partes muy agradables de hacer, como ir en bici o esquiar, ciertas cosas en el gimnasio son muy divertidas, pero hay otras que no lo son tanto.

Con la motivación compensas la falta de ganas algún día, porque incluso en moto hay días que te pelas de frío, que llueve, hay otros días de mucho calor en verano€ Al final, es nuestro trabajo y nos gusta tanto lo que hacemos que la mayoría de días son muy positivos y compensa sacrificar un poco. Yo me siento muy afortunada porque para mí ir en moto es un placer. El día que tenga que dejar la moto, me costará.

¿Ese momento podría estar ligado a la maternidad?

Ser madre es incompatible con el deporte que hago, por lo peligroso que es. A lo mejor otra podría, pero yo no podría ir a un Dakar teniendo a un hijo o a una hija en casa. En el momento en que lo decida, como mínimo, aparcaré un tiempo mi carrera. Por desgracia, nos guste o no, a las mujeres con el tema de la maternidad nos toca apechugar mucho más y aparte yo creo que tendría el instinto de no ir. Es una cosa muy peligrosa. Me costaría mucho, porque además son muchos días.

¿En esta edición le ha ayudado tener cerca a su pareja, Jaume Betriu?

Por un lado es positivo, porque al final del día le puedes contar las penas a alguien con quien tienes confianza. Pero tiene la parte negativa de que, si ya se sufre en un Dakar por ti y por que tu familia esté tranquila, ahora es un doble sufrimiento. Tener a alguien tan cercano corriendo en una prueba tan peligrosa preocupa un poco. Y, sobre todo, este año que ha sido quizás un poco más peligroso que otros años. Cuando va delante, voy deseando no encontrar su moto. Y cuando va detrás a veces pasas un peligro que no has visto, que casi te caes, y piensas que ojalá lo vea. Es una preocupación añadida.

Por otra parte, el día en que pasó lo de Paulo fue muy duro. Estar al final del día juntos me ayudó. Pero creo que una noticia así se toma peor cuando tienes a alguien en carrera tan cercano a ti.