La cancha de Galotxa de Albalat dels Sorells se ha llenado de muchas más ilusiones que espectadores. Se juega la final de la Copa d' Hivern de la especialidad, entre las primeras formaciones de Quart de les Valls y de Meliana, dos clubes clásicos, de los que han labrado una historia grande y que en el propio nombre llevan el sello de la identidad. Juegue quien juegue, lo hacen Quart de les Valls, y lo hace Meliana. Ganó Quart de les Valls por 70 a 45. También se jugó la final femenina entre Borbotó y Meliana.
Se trata de una novedosa competición que pretende ocupar un espacio en exigencia a aquella ley física que habla de que «todo espacio vacío tiende de forma natural a ser llenado». Y la Galotxa, en otros tiempos tan visible, tan determinante en la bella historia de recuperación de este deporte iniciada a finales de los setenta, necesita de gestos de aproximación, de reivindicar su justo protagonismo ante los interesados olvidos. Es, junto con los torneos de Llargues, que comienza este fin de semana y de Raspall, que comenzará en breve, la referencia indiscutible de una época creativa, ilusionante en la presencia de la pelota de vaqueta en las calles y en muchos pueblos olvidados.
Me dicen que en los Juegos Deportivos de la Generalitat Valeciana han participado 145 equipos en la especialidad, lo que es un dato que recarga las pilas de optimismo. Me dicen también que el próximo miércoles se presenta la edición 45 del torneo El Corte Inglés con 170 equipos en liza representando a 40 poblaciones. Cifras que convierten al decano de los torneos de clubes en la competición más numerosa en participación.
Viajas con el coche hacia Albalat dels Sorells recordando viejos tiempos creativos, y escuchas en la radio los compases de «Carmen», la ópera de Bizet. Basada en la novela corta del francés Prosper Merimée, escrita en 1845, cuenta la historia de los amores de juventud de un militar, Don José Lizarrabengoa, de Elizondo, capital del Valle del Baztán con una gitana y piensas que muy pocos deben saber que el narrador de la novela, un arqueólogo francés que viaja por el sur de España, no se olvida de la condición de pelotari del protagonista baztandarra, que se dio al bandidaje tras un asesinato después de un partido de pelota en el Valle del Baztán.
Lastimosamente Bizet no recoge este detalle en la adaptación de la popular obra musical pero uno piensa que este deporte de nuestros amores, el juego con la pelota de vaqueta, merecería una sinfonía que recogiera los lances amorosos, historias humanas, no necesariamente trágicas, de tantos jóvenes que tienen en el orgullo de representar a su pueblo, como los de ayer en Albalat del Sorells, un motivo de ilusión.
