Tendrá que hacerlo él solo, sin ayuda de nadie. Así lo han decidido los que mandan, los responsables políticos del ramo. El ministro de Sanidad Salvado Illa, y Ana Barceló, consejera de Sanitat de la Generalitat Valenciana. A pesar de que en València se suceden las aglomeraciones de personas con motivos de las fallas, o a pesar de que el pasado sábado el partido entre el Levante UD y el Granada se jugó en el Ciutat de València. Sin ir más lejos, ayer lunes había aficionados de la Atalanta en las puertas de Mestalla mientras equipo italiano se ejercitaba dentro. Sea como esa, lo cierto es que no hay marcha atrás, y al contrario, las autoridades siguen tomando medidas cada vez más restrictivas ante el temor de contagio de coronavirus hasta el punto que ya está sobre la mesa el debate de si conviene que todos los partidos de la Liga de Fútbol se jueguen también a puerta cerrada, como se juega por otra parte el Sevilla-Roma de este jueves del Sánchez Pizjuán en Europa League. Mestalla estará hoy vacío.

Pero hay estadios vacíos y estadios vacíos. Y cuando están vacíos, si alguno tiene historia y vida que contar, ese es Mestalla. No en vano, es el más viejo de todos, el que más partidos ha visto jugar sobre su césped y por lo tanto, el que más remontadas ha presenciado. Tantas, que se podría decir que Mestalla es terreno abonado para las grandes gestas y remontadas. Sin ir más lejos, de ello avisaba un veterano de guerra como Arrigo Sacchi, todo un maestro que además es uno de los entrenadores que más ha influido en el juego del fútbol en los últimos años hasta el punto que la FIFA se vio obligada a cambiar la norma del fuera de juego ante el uso que su Milan hacía en los finales de los 80 y principios de los 90. Fue la llamada norma 'anti Milán'. Sachi, que revolucionó el fútbol con el fuera de juego y la defensa en zona, avisó a la Atalanta en las páginas del periódico La Gazzetta dello Sport: «Cuidado, el Valencia CF tiene cultura de la remontada».

Algo más arrogante está siendo Gian Piero Gasperini, entrenador de la Atalanta, que tiró de ironía cuando se le pregunta si su equipo sale beneficiado por la decisión de jugar a puerta cerrada: «A nosotros también nos afecta jugar mañana sin público. Con público le daría más valor a nuestra clasificación».

Tendrá que ser Mestalla quien tire del carro y esta vez sin su fiel afición, la que logra que el campo se empine para el rival cuando huele la victoria. En cualquier caso, y por mucho que Gasperini se ve clasificado y se atreva a echar mano de los chistes, con o sin público, el Atalanta ha demostrado ser vulnerable y sobre todo, que le duelen los goles del Valencia CF. Sucedió en el partido de ida. Mientras las cosas les fueron todas de cara -recuérdese el disparo al palo de Ferran Torres con el marcador 1-0- y cada llegada a la portería valencianista terminaba en gol, el Atalanta fue un vendaval con futbolistas que corrían desbocados y sin miedo hacia adelante. Pero cuando en el minuto 66 el ruso Cheryshev hizo el 4-1, los valientes jugadores de Gasperini sintieron el miedo. Las carreras locas y alegres por bandas se convirtieron en dudas y los jugadores que hasta ese momentos parecían palomos desafiantes, se miraban unos a otros en busca de ayuda. Quiso la mala suerte que ese día el escenario superase a Maxi Gómez, que falló dos claras ocasiones de gol, pero lo que quedó en la retina de los jugadores de Celades fueron las caras de sus rivales. Y Mestalla lo sabe.