La descomposición del proyecto tiene muchas caras. La cadena de decisiones equivocadas comenzó hace un año y la depresión es consecuencia de la debilidad del club, por encima de todo. El equilibrio Celades-resultados-jugadores pendía de un hilo muy fino, desde el principio. Era frágil en las buenas y se ha roto en las malas, por el peso muerto de los errores ajenos y por sus propios desaciertos en el apartado que le sostenía: la aceptación del vestuario. Demasiadas dudas, demasiadas carencias, demasiados conflictos que han restado en esta fase determinante: la reducción salarial, la ruptura con Garay y la incapacidad para firmar un recambio tras su lesión, el proceso de no renovación con Ferran y la falta de sensibilidad con algunos futbolistas combinada con el egoismo de otros. Todo revuelto con el estado de forma y el rendimiento decreciente de jugadores capitales. Parejo es el caso más llamativo, por liderazgo, por peso específico e impacto en el nivel global de juego.

Parejo en números rojos, Valencia CF en números rojos. Su producción y sus parametros han descendido hasta mínimos por debajo de su media. Un centrocampista de siete-ocho de valoración estadística que no ha conseguido levantar por encima del seis en esta etapa postconfinamiento. La estructura es capaz de sostener dificultades en otras posiciones y con otros futbolistas, pero quiebra cuando Parejo no está bien. Hasta ese punto llega su influencia. El 10 marca la temperatura competitiva del equipo. No es una cuestión puntual, la tendencia se ha hecho evidente en las últimas temporadas. El peor momento de la etapa de Marcelino coincidió con un ciclo gris del mediocentro. Por ejemplo. De la misma manera, el triunfo en la final de Copa del Rey certificó la fuerza de su mandato. No hace falta profundizar en su huella, manifiesta e incuestionable. El equipo le necesita ahora si quiere tomar plaza de Europa League.

Exprimido al máximo

Los picos de sierra de 2020 se han convertido en decaimiento en estas cinco jornadas. Donde se suponía que debía llegar la mejor versión de todos, Parejo se ha desplomado. El centrocampista ha llegado a asentarse entre los jugadores mejor valorados de la temporada (Top-10); desde los números, ha sostenido el debate con auténticos fenómenos en la posición, pero ha ido cediendo posiciones hasta caerse en el ranking hasta el puesto 22, lejos de Mikel Merino, Kroos, Saúl Ñíguez o Santi Cazorla, dueño y señor del último Villarreal-Valencia. La última referencia ante el playmaker groguet -bien escoltado por Iborra y Anguissa- es cruel y dolorosa.

El confinamiento no le ha ayudado a producir un giro en la tendencia a la baja, por sobrecarga o agotamiento -físico y mental-, por la ausencia de un compañero consistente -Coquelin, Kondogbia o Wass-, por el cortocircuito general o por asuntos propios. Venía de jugar siempre -todos los minutos- y ante Real Madrid y Villarreal no ha llegado al minuto 70. Dos sustituciones en cinco jornadas, trance sin precedentes en 36 partidos. Parejo está exprimido. El equipo no ayuda y el tampoco está ayudando.

Parejo se mantiene como MVP y es el futbolista mejor valorado de la plantilla por delante de Rodrigo, Ferran o Gabriel; lleva ocho goles y tres pases de gol en LaLiga, uno más tres en Champions, pero queda un peldaño por detrás de lo que venía generando, sobre todo, en asistencias, donde ha estado en la decena o ha quedado cerca en tres temporadas entre 2017 y 2019. Referente del Valencia en este apartado, Dani lleva cinco partidos sin generar un gol, ocho sin aportar un pase definitivo. Ante Eibar, Osasuna y Madrid no remató.