La convivencia entre el valencianismo y Meriton Holdings ha llegado a un punto de tensión difícilmente reconducible. El desmoronamiento del proyecto deportivo, como consecuencia de la destitución de Marcelino en septiembre contra todo criterio deportivo, ha soliviantado a distintos sectores de la masa social valencianista. Una división que se ha ensanchado con los mensajes que se van desprendiendo desde el núcleo singapurés del club, en los que se destaca la legitimidad de cada decisión en la gestión por la abrumadora mayoría accionarial de Peter Lim. Mientras el equipo se desploma, desde el entorno del magnate singapurés se reafirma que la «propiedad» del club reside en su máximo accionista.

Así se hizo desde la propia cuenta de Twitter de la entidad, convirtiendo la destitución de Albert Celades en una explícita promoción positiva de la gestión de Meriton. Una actitud que Kim Lim, hija del máximo accionista, alimentó con una publicación en Instagram como respuesta a las críticas que estaba recibiendo en su cuenta personal, dirigidas a su padre: «Aquí estoy otra vez. Algunos aficionados del Valencia CF están regañando y maldiciendo a mi familia y a mí. ¿No lo pilláis? El club es nuestro y podemos hacer lo que queramos con él y nadie puede decir nada». Un mensaje que, a pesar de ser borrado a las pocas horas, se convirtió en viral y desembocó en una oleada de insultos, descalificaciones y amenazas fuera de toda justificación. Ya por la tarde, Kim Lim respondió con otro stories con el mensaje «Deal with it», que se podría traducir aproximativamente al castellano como «asumidlo» o «es lo que hay». Frente a la sobriedad y el perfil bajo que siempre ha manifestado Peter Lim, Kim Lim, conocida influencer de moda en el sudeste asiático, ha utilizado en varias ocasiones el control societario de la entidad para su promoción personal, como la apertura nocturna del estadio de Mestalla (con despliegue de focos) o ponerle a disposición a toda la plantilla y el cuerpo técnico para una sesión de fotos y vídeo con motivo de una entrevista en la ICON Magazine Singapore.

Horas después, en un tono más conciliador, intervino Kiat Lim, también hijo del máximo accionista. A preguntas del periodista valenciano Vicente Ortiz, Kiat manifestó su comprensión por el «descontento» de los aficionados. «Soy consciente de que debemos tener en cuenta a los verdaderos fans. Todos queremos lo mismo: el éxito del Valencia. También quiero añadir que València está muy lejos de nuestra casa y mi padre ya no es tan joven, tiene cerca de 70 años y su cuerpo y salud no le permiten hacer tantas veces viajes tan largos».

Separada del ruido, la realidad muestra un club sumido en la incertidumbre. La más que probable no clasificación para la próxima edición de la Liga de Campeones aprieta las previsiones económicas, obligará a más traspasos con una plantilla devaluada y un mercado condicionado por la falta de liquidez de los clubes como consecuencia de la pandemia. Además, quedan suspendidas en el aire, sin un interlocutor definido, operaciones cruciales como la renovación de la gran perla de Paterna, Ferran Torres, que acaba contrato justo en un año y que aboca al club a venderle desde una posición no dominante.

Las contingencias inmobiliarias, como la venta del actual Mestalla y la reanudación de las obras del futuro estadio, siguen en el eterno punto muerto de siempre. El panorama en el club es parecido al del año 2016, es decir, con figuras poco arropadas en puestos clave, como el banquillo y la dirección deportiva, con una plantilla expuesta a cambios drásticos y con la posibilidad cada vez más cercana de relevos en las estructuras de poder. Kim Huat Koh, mano derecha de Lim desde el proceso de venta, volverá a Singapur y se desconoce el futuro del presidente, Anil Murthy. La figura del máximo dirigente ha quedado muy erosionada en el último año a nivel popular, desde su enfrentamiento con Marcelino y Alemany y gestos poco afortunados como mandar callar a la grada.

Movimiento directivo

Por contra, los nuevos «nombres fuertes» del organigrama son Joey Lim, fichaje ejecutivo de la máxima confianza personal del máximo accionista, y Sean Bai. Este último, reclutado en septiembre de 2018, ha ido ganando influencia con el tiempo en varias áreas del club, tanto administrativas como deportivas, hasta controlar un sector de máxima importancia estratégica como la Academia. Si desde la afición existe un fuerte descontento con la caótica gestión a la deriva de Lim desde que el equipo lograra ser campeón de Copa, en el núcleo fuerte de Meriton se respira incomprensión por el trato recibido por la afición valencianista desde su llegada en 2014. Son muchas las voces en el entorno empresarial de Lim que entienden que no se ha agradecido en su justa medida la contribución inversora de Meriton Holdings para salvar al club de su encrucijada de 2014.

El debate, recurrente ante cada grave crisis, de una operación de compra del club por parte del empresariado valenciano o de algún inversor extranjero es todavía remota. Los proyectos erráticos (6 entrenadores, 7 directores deportivos, 2 presidentes) han aumentado la deuda total de la entidad a 563 millones de euros (323.517.000 euros de pasivo no corriente, 206.181.000 de pasivo corriente), las losas de los dos estadios ahuyentan a inversores y los posibles contrapoderes del valencianismo siguen en un estado latente, como sucede con la Agrupación de Peñas, que reúne a 350 colectivos y 25.000 peñistas en todo el mundo y que ha perdido toda fuerza crítica, o la Asociación del Pequeño Accionista. Una resignación social que se aprecia en las últimas juntas de accionistas, cada vez más apagadas en su crítica. Tampoco se vislumbran movimientos entre la sociedad civil valenciana, que ya restó inmóvil para frenar el proceso de venta.