Ayer se disputó a puerta cerrada en la cancha de Meliana la final de la cuadragesimoquinta edición del trofeo El Corte Inglés de Galotxa. Cuarenta y cinco años, que, como decía Serrat, no son nada. Participaron en la final absoluta las formaciones de Faura y de Montserrat, con pelotaris de fuertes brazos y ágiles piernas. Según los datos oficiales que aporta la Federación han participado un total de 171 equipos, siendo Meliana y Torrent los que aportan más formaciones: dieciséis cada uno de estos clubes. Así es que esta modalidad y este torneo, a pesar de los pesares, y son muchos los pesares, mantiene el liderazgo en el conjunto del Joc de Pilota.

Recordamos perfectamente que todo comenzó como un sueño imposible, con la sorpresa de que respondieran seis pueblos a una llamada que se hacía en medio del desierto: las delegaciones locales de deportes de Godelleta, Montserrat, Alfarp, Alcàsser, Riola y Mislata tuvieron fe en el proyecto, recurrieron a gentes veteranas y plantaron las semillas que pocos años después permitirían la entrada de una de las grandes empresas del país. Hay que agradecer, claro que sí, a El Corte Inglés su fidelidad con este campeonato. La fidelidad se valora cuando se reciben tentaciones de los que se suponen amigos.

Ayer se jugó a puerta cerrada, porque es lo que dicta la responsabilidad, en la cancha de otro pueblo y otro club ejemplar. Se enfrentaron dos formaciones históricas cuyos clubes han acumulado grandes éxitos y han aportado grandes jugadores. De Montserrat son Voro, un destacado mitger en los años noventa y Marc, una de los puntales profesionales del momento. De Faura, Álvaro, que marcó una de las épocas más brillantes del Bancaixa y del Individual, con record inalcanzable de victorias. Montserrat y Faura simbolizan hoy todo lo más hermoso que acompaña el caminar poético de la pilota valenciana: todo es generosidad, todo es entrega a una ilusión, esa que hace vibrar los corazones de un pueblo que se ve representado por su club de pilota. Un club que se funde con la historia sentimental de una colectividad. El club de Montserrat siempre estará por encima de Voro y de Marc, por ejemplo. Y el de Faura, también lo estará por encima de Álvaro. Ahí está el sistema genético que salva a los clubes.

Se escriben mensajes en las redes: «este año, por fin será el de Faura», dicen unos. «Montserrat no se rinde», dicen otros cuando en los inicios todo parece a favor de los de Faura. El mítico Álvaro advierte cuando los suyos dominan: «Yo no me fiaría mucho de Montserrat,. Son jugadores con mucha potencia de brazos?». Y tiene razón. Si lo sabrá Alvaro?

La partida se juega con la misma intensidad aunque la cancha esté vacía. Hay mucho en juego. Cada quince es un espectáculo de poder de pegada. En una cancha de casi ochenta metros? Martí la cruza de volea y Bot i braç, y Óscar le responde con las mismas armas. Cualquiera puede ganar. Se llega a la igualada a 40, a 50, y se entra en una recta definitiva en la que nadie puede fallar. Faura coloca un 65-50 pero efectivamente Montserrat no se rinde jamás. Óscar, Javier, Carlos y Añó, se animan y sueñan con el quinto título para su club. Gana dos juegos y suspira por la remontada pero Faura, con Balbu, feridor eficaz, Llopis, punter de lujo, Pepet, maestro decisivo y Martí, potencia y seguridad, amarran el título, el segundo en la historia del club. No ganaban desde 1992. Un triunfo que sabe a gloria. Faura es el nuevo rey de la Galotxa.