El fichaje de David Silva por la Real Sociedad embrolla un poco más la realidad de los valencianistas. Tras una década de éxitos en el Manchester City, duele ver como su regreso a LaLiga va a producirse en Donostia y no en València, pero la realidad es que el centrocampista nunca fue una opción auténtica para el Valencia CF. Su regreso dependía de un tipo de apuesta deportiva y económica complicada, que nunca llegó a plantearse como posibilidad real. El club nunca dio el paso al frente o los pasos necesarios para firmar a un futbolista de semejante dimensión. En la trastienda de la no operación había, además, otro tipo de proyecto latente, sinónimo de futuro y bandera para el club: Lee Kang In

La posibilidad de repatriar a Silva (34 años) floreció durante el confinamiento y sonaba bonito, como ha sucedido otras veces con nombres como Villa o Mata. El canario había tomado la decisión de cerrar etapa en el Manchester City, terminaba contrato y su vigencia deportiva estaba y está fuera de toda duda. Con estos condicionantes y con el factor emocional de su lado, el Valencia hizo lo que tenía que hacer: preguntar e informarse sobre su situación-disposición. Pese a las buenas intenciones entre las partes y la ilusión de César, no hubo más. El club siempre ha asumido que no llegaba al salario y que no tenía armas para maniobrar consciente de la realidad: dura en Champions, difícil fuera de ese primer escalón y deprimente sin Europa. Había que esperar a cerrar la clasificación, evaluar el impacto del Covid-19 y atender a la intención del futbolista, que ha quedado clara. Silva siente que puede seguir compitiendo al máximo nivel, lo ha demostrado firmado por la Real o negociando con la Lazio, club en el top-4 de Italia. Nada de Qatar o Estados Unidos, donde se le ubicaba en primavera.

Fuera de la planificación

El no fichaje tiene todo que ver también con cuestiones deportivas. El club nunca se llegó a plantear un proyecto o un Valencia 2020/21 en torno a Silva. Factor clave en la Real. Más allá del globo sonda, en las previsiones que se trabajaron durante el confinamiento, el mediapunta nunca apareció como un elemento importante. La planificación insiste en el valor de la apuesta... fantasma. Cero margen económico para presentar un salario a la altura de su estatus y cero argumentos futboleros para atraer el interés del mediapunta. La Real Sociedad ha hecho cumbre desde el trabajo silencioso y con una jugada total. David Silva llega como jugador bandera y recambio de Martin Odegaard. La idea era conservar un año más al noruego, pero la llamada del Real Madrid disparó el movimiento. La acción ha dado una reacción bien pensada y desarrollada. Puntal a corto plazo por puntal a corto plazo. Todo en línea: inversión y refuerzo bandera para completar a líderes como Oyarzabal o Merino. Con un extra en experiencia entre tanta juventud. Hasta en eso encaja.

La Real lo ha visto claro. Tenía a Odegaard (21) cedido y ha apostado por presentar como continuador a uno de los jugadores más importantes en la historia a dos años vista. El planteamiento del Valencia es otro: Kang In (19 años) es presente y futuro. Teniendo un Odegaard propio, para qué Silva. Esa es la apuesta, atrevida y potente.