Ni un alma deambulaba por un fantasmagórico Camp Nou, desértico debido a la pandemia. Ni un solo turista, claro. Por no haber, no hay ni césped en el estadio ya que se está cambiando de cara a la próxima temporada. Cuando apareció Ronald Koeman, tras firmar su contrato por dos temporadas (hasta el 2022, ninguno de ellas supeditada a las elecciones) había tierra quemada a su espalda cuando posaba para las tradicionales fotos en el palco junto al presidente Josep Maria Bartomeu. Tal vez, sea una metáfora del actual Barça, un equipo triste y acabado, que se pone en manos de un héroe para reconstruir la obra demolida en Lisboa.

Apareció Koeman en el Auditori 1899 del Camp Nou con energía y entusiasmo, ajeno al ambiente depresivo que sacude al barcelonismo desde el 2-8 del Bayern Múnich. Era lógica su alegría porque llevaba casi dos décadas esperando ese momento. Y empleó términos muy de Cruyff para reanimar a un club calavérico y una plantilla gastada por el paso del tiempo. "Lo primero que le diré a los jugadores es que el fútbol es para disfrutar", apuntó el nuevo técnico, apelando al espíritu lúdico para iniciar la reconstrucción.

"Sin disfrutar no sacas el máximo rendimiento. Pero debes trabajar, debes buscar las dos cosas y estar, sobre todo, orgulloso de jugar en este club. Somos unos privilegiados", argumentó el holandés, fusionando ambos conceptos -diversión y trabajo- "para recuperar el prestigio perdido".

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Presentación de Ronald Koeman como técnico del Barcelona

Presentación de Koeman con el Barcelona. EFE / Reuters

El Barça ya no es lo que era. Se ha quedado en blanco, algo que no ocurría desde el 2008 cuando apareció Guardiola para reactivar a un club que también vivía autocomplaciente, apoyado en el éxito. Como ha sucedido ahora también. "La imagen del otro día no la quiere nadie. Ni yo, ni el presidente, ni los socios... Me sentí muy triste. Hay que hacer cambios. Ahora a trabajar", apelando a la "intensidad", una palabra clave que ha repetido en varias ocasiones.

El quinto holandés

Pero Koeman tiene suficientemente claro el diagnóstico. Y no. No es cuestión de edad. "Ya sé que hay jugadores con cierta edad, pero hay que respetar a todos. Si hay que tomar decisiones, se tomarán", sostuvo el técnico. "Cuando un jugador tiene 31, 32 o 33 años quiere decir que está acabado. Es el hambre que tiene de estar aquí y de dar el máximo. Hay gente de 20 años que le falta hambre y trabajo", dijo el holandés, el quinto técnico holandés en la historia del club tras Rinus Michels, Johan Cruyff, Louis van Gaal y Frank Rijkaard.

"Solo quiero trabajar con los que quieren estar aquí. Ysi alguno no quiere o no está contento, que se lo diga al club", sentenció Koeman elevando hasta el tono de voz. Ahí sí que pareció más Cruyff que nunca. Incluso cuando hablaba del "capitano Messi", el primer asunto delicado que deberá tocar.

"¿Convencerlo? No sé si tengo que hacerlo o no. Es el mejor del mundo y lo quieres tener en tu equipo y no en el contrario. Me encanta trabajar con Messi", subrayó un pragmático entrenador, alejándose de la tradicional devoción al astro. "Si saca rendimiento, contentísimo si quiere quedarse. Además, tiene un año de contrato", recordó.

La charla con Leo

De todo eso hablará Koeman con el capitán argentino. "Ojalá siga muchos años aquí. Si digo aquí lo le voy a decir a Messi no hace falta reunirme con él. Son cosas privadas", contó Koeman, quien conversará con los otros capitanes. Solo quiso hablar de Leo y de Frenkie de Jong a nivel particular.

Ni una palabra emitió sobre el futuro de Luis Suárez o el resto de las vacas sagradas, cuyas jerarquías se verán alteradas por la llegada del holandés, el nuevo jefe del vestuario. "¿Suárez? Si hay decisiones positivas o negativas lo primero es hablar con el jugador. Messi es distinto, es el capitano", afirmó antes de reconocer que seguían vigentes sus palabras sobre De Jong cuando denunció que en el Barça no jugaba en su sitio. "Lo dije, es verdad, no ha jugado en su posición. Y se le debe buscar la mejor para que se sienta cómodo y saque el mejor rendimiento".

Firma hasta el 2022

En su primer día, Koeman no tuvo ni un segundo de descanso. Por la mañana acudió a la ciudad deportiva de Sant Joan Despí, donde ya recibió los primeros informes sobre el estado de la plantilla, luego comió con Bartomeu y Ramon Planes, el sucesor de Abidal, el quinto secretario técnico en los cinco últimos años.

Ahí fue informado de los fichajes -no quiso hablar de Van Beek, el talento del Ajax- y de la lista de bajas. Tiene claro el sello que tendrá su Barça: «Soy holandés, me gusta tener el balón y no correr detrás de él. No tenemos miedo de poner a los jóvenes».

Y, además, antes de marcharse del Camp Nou, quiso Koeman dejar un último mensaje en clave electoral. "Tengo contrato por dos años. Hay elecciones, ya lo sé. Pero si mi equipo juega bien y yo gano, el próximo presidente puede tener más dudas y ojalá siga conmigo".