sr. Lim: Le escribo esta carta pública con el poder que me otorga ser socio valencianista desde niño, haber comprado, con mucho esfuerzo, las acciones que me correspondían en cada ampliación de capital y mantenerlas en mi poder a día de hoy. A usted, unos mercaderes le pusieron encima de su mesa la bandeja de la traición y le vendieron la mayoría accionarial del Valencia CF. En el mundo periodístico valenciano escucho habitualmente que la propiedad es suya, eufemismo para indicar que es el máximo accionista. Afortunadamente el dinero no lo puede comprar todo; usted no puede comprar el sentimiento valencianista de miles de aficionados ni la memoria colectiva de nuestro club que fue manchada por aves carroñeras amparadas en la sociedad anónima. Siento vergüenza ajena cuando recuerdo a aprovechados que se autoproclamaban valencianistas y que corrieron a vender sus acciones; se cosecha lo que se siembra. De esto, usted no tiene la culpa.

Imagino que no será capaz de venir a Valencia para explicar a los valencianistas su proyecto de club y las decisiones dictatoriales que llevan a la práctica sus empleados: destitución de Marcelino, Mateu Alemany y Camarasa; ridículas ventas de Parejo, Coquelin, Ferrán Torres... Tampoco creo que tendrá la valentía de contestar a mis preguntas, me encantaría equivocarme. Usted, ¿para qué compró las acciones que le llevaron a ser el máximo accionista? ¿Simplemente pretende hacer negocio? Recuerde que la avaricia rompe el saco. ¿A usted le gusta el fútbol? ¿Por qué un máximo accionista no celebra con su equipo la consecución de un título? ¿Es cierto que usted menospreciaba la Copa del Rey que conquistamos la temporada pasada? ¿Por qué no encontró ni un minuto para honrar el centenario de «su club»? ¿Por qué se cargó la inercia positiva y se convirtió en un pirómano que incendió un equipo que había sido dos años consecutivos cuarto y que además ganó la Copa del Rey? ¿Encuentra lógico destituir a un entrenador profesional en la tercera jornada y poner al frente del club a un novato? El club se había revalorizado gracias al trabajo del director deportivo, del entrenador y de los jugadores ¿No es bueno para el Valencia CF y para usted la lluvia de millones que significó entrar en Champions? Le recuerdo que es de bien nacidos ser agradecidos. Los aficionados recuperamos la autoestima perdida y usted, con sus decisiones, nos ha convertido en el hazmerreír en el mundo futbolístico. ¿No le importamos lo más mínimo los valencianistas de corazón?

Con sus decisiones, usted ha logrado conseguir que me plantee por primera vez, desde hace 48 años, no volver a pisar Mestalla. ¿Qué pensarían los que nos precedieron si supieran que los destinos del Valencia se deciden en Singapur? Me siento estafado por aquellos que le vendieron las acciones y nos prometieron la Luna. Me avergüenzo cada vez que paso por la Avenida Cortes Valencianas y veo la mole del campo fantasmal, icono de tiempos de pelotazo, corrupción, ambición desmedida y mangoneo. Me repulsa que Mestalla se convierta en un badulaque; me niego a ser partícipe de un proyecto turbio.

Siento envidia sana por un club como el Levante que sigue siendo de los valencianos; nos han dado, desde su humildad, una gran lección. Venda, recupere parte de su inversión fallida y devuelva el club a sus socios. Apelo a la sociedad valenciana, si es que existe, para que juntos rescatemos la entidad, la democraticemos y la blindemos para evitar los errores que cometimos en el pasado. Todos debemos arrimar el hombro: accionistas, abonados y simpatizantes. No se trata de victorias o derrotas, sino de preservar las señas de identidad de un club.

Es posible que sea un iluso y mi escudo se quede perdido en la memoria del niño valencianista que siempre fui, pero todavía tengo el sueño de que el club vuelva a ser de los valencianos y ahora eso depende de usted.