Marcel Wust, hoy con 53 años, fue un magnífico velocista alemán que ganó un montón de esprínts en la década de los 90. Se retiró del ciclismo después de caer en un critérium de exhibición y perder un ojo. Siempre contaba que lo que más le gustaba era entrenar en puertos de montaña y subirlos rápido para sorprender a los llamados escaladores.

Defendía, además, que los velocistas no corrían más rápido en la montaña porque por mucho que se exprimieran siempre llegarían a 10 minutos de los mejores y el desgaste sería terrible. Por eso, se tomaban jornadas como las del domingo alrededor de Niza como si fuese casi un día de paseo, aunque estuviesen disputando el Tour.

Es lo que pensó el supersónico y pequeño Caleb Ewan, el más bajito de los velocistas, 1.65 metros, pero con unas piernas cargadas de energía, como si llevasen un motor de Fórmula Uno recorriendo las venas. Fue el último en llegar a Niza. Lo hizo a 29 minutos de Julian Alaphilippe. Pero no malgastó en vano ni una fuerza pensando, como sabía, que en Sisteron lo esperaba la gloria del día; el más rápido, el que salió desde atrás como si el diablo lo atosigase con una antorcha quemándole el trasero. Sin oposición y con ganas de demostrar que no será la última victoria en este Tour.

Hasta le debió ir bien la tiranía, sana tiranía, sin maldad, que Julian Alaphilippe y el potente Deceuninck, su equipo, impusieron en la tercera etapa. Solo se movía, y le dejaban unos minutos de gloria y televisión, a quien no incordiaba porque sabían que lo pillarían. Sin más.

El Deceuninck sabe que Alaphilippe tiene muy complicado ganar el Tour, pero no así llevar el jersey amarillo muchos días; incluso después de los Pirineos, que aparecen este fin de semana. No hay llegadas en alto ni suplicio de kilómetros como sucederá en los Alpes. Por eso, están dispuestos a imponer el cerrojo. Luego ya dejarán a los Ineos de Egan Bernal o a los Jumbo de Tom Dumoulin y Primoz Roglic que se peleen entre ellos, con otros escaladores, tipo Mikel Landa o Thibaut Pinot, a la retaguardia y con la esperanza de pescar en río revuelto.

Objetivos personales

Aquí cada uno tiene anotado el objetivo que persigue. Alaphilippe ser el plusmarquista de días vestido de amarillo y Ewan la superestrella de las llegadas masivas, sobre todo debido a que la vedette en esta especialidad, Peter Sagan, lleva, confinamiento al margen, una temporada floja y no da la impresión de que sea tan fiero como en el pasado.

Otros, en cambio, a cumplir con lo habitual, correr escondidos y evitar la caída porque en el llano no tienen nada que perder y hasta tomarse el día a lo grande para anunciar el fichaje para el año que viene de la mejor ciclista del mundo, Annemiek van Vleuten. La neerlandesa correrá en el conjunto Movistar.