Leo Messi ha optado al final por permanecer en el Barça un año más. Lo hace a disgusto, como reconoció abiertamente y sin disimulo en la entrevista concedida a Goal. Ahora toca mirar adelante, seguirle en cada uno de sus próximos pasos, pero su decisión y las razones expuestas condicionan la situación de los tres principales actores de cara al próximo curso. El primero de ellos es el propio futbolista. A Messi le toca reprogramarse anímicamente para recuperar las ganas de jugar en el Barça, sabiendo que amigos como Luis Suárez y Arturo Vidal, negociando sus salidas a la Juve y al Inter de Milán -a ellos sí que Bartomeu les quería traspasar-, dejarán de convivir con él en los entrenamientos. Con ellos entraba en el campo y con ellos solía salir de él. Luego tendrá que reprogramarse tácticamente.

El motivo es la presencia de Ronald Koeman. El técnico neerlandés sabe con certeza que puede contar con el argentino y que el Barça, su Barça, se podrá articular en torno al futbolista más influyente del equipo. Hasta ahora, cinco días lleva el equipo entrenándose sin la estrella. No obstante, a partir de mañana, cuando todo vuelva a la nueva normalidad y el jugador aparezca por Sant Joan Despí, al técnico le corresponderá revertir la cara decadente del equipo. Tiene tiempo, con entrenamientos y amistosos, hasta el 26 de septiembre, cuando el Barça debute ante el Villarreal. Pero le tocará lidiar también con el argentino, que se queda a su pesar. Contra su voluntad. Por ello, Koeman necesitará grandes dosis de mano izquierda y paciencia para guiar al 10, un material muy sensible en la última temporada de contrato.

Mientras, Josep Maria Bartomeu ha salvado con Messi un lío. No han sido agradables para el mandatario estos últimos días, con alguna escaramuza callejera incluida y rematados con unas críticas feroces del argentino. Pero al final se ha salido con la suya. Por una vez se le ha visto clavar los pies en el suelo y no sucumbir a las presiones de la estrella. Sin embargo y pese a ello, aún le queda supervisar el cierre del ejercicio anterior y el presupuesto del próximo, así como una moción de censura improbable. Si cruza indemne estos dos túneles, Bartomeu será vapuleado en campaña.