Los ven como tiranos. «El domingo se te quitaban las ganas de atacar». Habla Alejandro Valverde, desde su hotel de Voiron, al noroeste de Grenoble. «Es que hubo un momento en el que había cinco corredores del Jumbo», añade su compañero Enric Mas. «Se fue Adam Yates, no sé si anduvo 600 o 700 metros fugado, y lo capturaron», cuenta el ciclista mallorquín. «Atacar aquí, en este Tour, es inmolarse», protesta el ciclista murciano, 40 años, el más veterano de la ronda francesa, al que le gustaba más el ciclismo de hace un tiempo, cuando había más libertad, más ataques y hasta más espectáculo. Los Alpes entran a partir de este martes y durante tres jornadas en el menú del Tour. Y lo hacen, sobre todo con una etapa espectacular, la reina, el miércoles, la subida al col de la Loze, tan duro como inédito, y con ocho kilómetros finales que les ponen a todos los ciclistas los pelos de punta, hasta los invisibles de las piernas porque las llevan afeitadas o depiladas, según gustos. Tan duro es que hay rampas que alcanzan el 24%. Tan dura es la ascensión que ni ha querido perdérsela el presidente francés, Emmanuel Macron, que seguirá los pasos de su primer ministro, Jean Castex, quien compartió coche en los Pirineos con Christian Prudhomme, positivo de covid-19. El primer ministro se hizo dos test la semana pasada; negativos. Pero, a la vez, los Alpes, con sus cuestas generalmente más largas y duras que las pirenaicas, se presentan bajo el yugo y la tiranía de un equipo Jumbo capaz de llegar a la fase final de la subida protegiendo al líder Primoz Roglic con Wout van Aert, George Bennett, Sepp Kuss y la gran estrella neerlandesa Tom Dumoulin, preparado, como el domingo, para dejar al jersey amarillo a 600 metros de la cima. «Atacar significa gastar fuerzas para nada porque ya sabes lo que te va a pasar. El Jumbo te va a coger. El domingo después de ver lo de Yates, si tenía algunas ganas de demarrar, se me pasaron de golpe». No se puede. Es imposible. ElJumbo está mucho más fuerte que el Ineos. ¿Quién atacará en los Alpes? Pogacar sigue siendo el más decisivo. «Pero el domingo no me moví porque con todos los ciclistas del Jumbo era imposible hacerlo». Los suben a casi 30 kilómetros por hora. Un ritmo infernal.