No fue por falta de empeño ni de orgullo ni de intensidad ni de nada de lo que le faltaba antes. En el último empujón, siempre a base de arrebatos antes que de fútbol, Maxi Gómez ajustó una falta al palo izquierdo de Iván Villar, Paulista volvió a sacarse un cabezazo de los suyos y, todo sea dicho, por viajes mucho más livianos que el de Aidoo a Manu Vallejo se han pitado penaltis con y sin VAR. Sin embargo, pese a terminar el partido en el área del Celta, el Valencia se quedó esta vez muy corto en su intento primero de remontar y después de al menos salvar un punto. Cuando parecía haber superado de nuevo una situación crítica con el golazo de Maxi a los pocos segundos de volver del descanso, Iago Aspas reapareció con una genialidad a balón parado desde la frontal para darle la puntilla. El equipo de Gracia, cosido a retales entre lesiones y no fichajes, volvió a mostrarse incapaz de no dispararse en el pie. Los errores graves en fase defensiva fueron una constante. Cuatro goles en contra en dos jornadas hablan a las claras de porqué el clamor, como mínimo, por un central y un mediocentro. Obligado a tirar con lo que tiene, Gracia lo tuvo que fiar todo de inicio a la madera de los chavales, algunos tan prometedores como tiernos. Y es que una cosa es que los milagros existan y otra que ocurran todos los días. Aunque Esquerdo fue quien más salió en la foto debido a las avalanchas por el centro, los cambios al descanso fueron sintomáticos. No volvió a salir Guedes, menguado por la tosquedad de sus marcadores.

Y tampoco lo hizo Kang In, tan efervescente como contestatario cuando se enganchó con Gayá por no dejarle tirar una falta que el capitán envió a las nubes. Como parte de la lógica, tampoco estuvo al estratosférico nivel de hace una semana el talentoso Yunus y eso que en su primera intervención asomó la zarpa. Después de todo lo que ha ocurrido este verano a nadie le cogió desprevenido que las vías de agua llevasen a pique en Balaídos. El Celta, salvo por el tramo final, ganó bien, sin necesidad de apretar el acelerador y con ocasiones e infinitos remates para haberlo hecho con holgura. El de Gracia, con aroma de equipo apurado, jugó con tiritas. La ausencia de alternativas clama al cielo. Un dolor de muelas, como el de Racic, que obligó al técnico a repetir con un doble pivote que venía de naufragar y que a las primeras de cambio se abrió en canal. A Kondogbia y Esquerdo, que no dieron a basto, los atravesaron como la mantequilla. Por su zona llegó precisamente el primer gol. Gracia trató de permutarlos de perfil sobre la marcha pero sin éxito. En defensa tampoco estuvieron al quite.

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Celta de Vigo - Valencia C. F

El Celta necesitó muy poco para hundir al Valencia en su portería. Óscar García, con las ideas claras, cargó a su equipo por el centro, la zona cero en la que se había originado el caos en el Derbi. Denis y Tapia empezaron a crecer entre líneas y de tanto ir el cántaro a la fuente, al cuarto de hora Nolito volvió a deshacer con facilidad el entramado defensivo. Una conducción hacia dentro entre cuatro rivales que leyó a la perfección Aspas y que el VAR, con la defensa vencida, dio por bueno por una uña. El gallego, siempre al quite, definió con un recorte refinado ante la salida de Jaume. En la siguiente acción, su disparo se fue al exterior de la red tras una contra que Esquerdo, atravesado como la mantequilla, no se decidió a cortar en falta en su origen. La mejor oportunidad del Valencia en el primer acto acabó curiosamente en la discusión de Kang In con Gayá. Por ahí se esfumó una de las pocas situaciones de peligro para un equipo reducido a un par de disparos alejados. Tan poco debió gustarle a Gracia que hizo dos cambios de calado al descanso. Los astros se aliaron de buenas a primeras con él. Maxi, que es oro, se sacó un derechazo nada más reanudarse el juego. Pero Aspas replicó rápido con un golpe exquisito de falta desde la frontal, de adentro afuera directo a la escuadra. Acto seguido, Nolito perdonó el tercero. A excepción de un remate aislado precisamente de Paulista, el Valencia no le cogió el tiro al partido. Gracia volvió a mover ficha, esta vez poniendo a Wass en el medio. Óscar tuvo que achicar agua con las lesiones al unísono de Tapia y Murillo y a partir de ahí, con todo roto, emergió lo único que no le falta a este Valencia. Lástima que no haya para más, porque a poco que lo hubiese otro gallo cantaría.