Victoria de equipo. Esa es la clave que deja el paso por el Reale Arena. El Valencia recupera la línea que presentó ante el Levante y revaloriza lo sucedido en el Derbi. No hubo tantas casualidades en el debut. El siguiente paso está en sostener ese volumen de acción y esa intención estratégica otro partido. Ante el Betis, el reto es la continuidad; asentar lo bueno, corregir lo malo y seguir progresando.

Ante la Real, el equipo recuperó el tono que estaba proponiendo en presiones, en entradas ganadas, en interceptaciones y en duelos aéreos, todo notables hasta el paso del Huesca por Mestalla. Son categorías que ayudan a distinguir la intensidad defensiva y que ayudan a explicar el derrumbamiento de la jornada 3. Míchel puso el acento precisamente en eso, en la agresividad y lo sintetizó con un «hemos corrido más». No fue tan simple, claro, el no resultado del Valencia se eel pressing alto, las ideas claras, el mando de Seoane y Mosquera, los errores individuales... Maxi también insistió sobre esa línea en la zona mixta del Reale Arena: «En el partido pasado no metimos intensidad y hoy –por el martes– fue el revés. Salimos muy fuertes». El despliegue actúa como vertebrador y potenciador de un planteamiento táctico completo, de un prepartido y de un partido dirigidos con acierto. Javi Gracia apostó fuerte, refrescó el once asumiendo la presión de decisiones importantes; fue protagonista por pizarra y no por micrófono. La presencia de Daniel Wass en la sala de máquinas organizó la estructura. El danés completó una actuación memorable fuera del lateral derecho. El pasillo central se hizo fuerte en torno a su figura y a la de Kondogbia, con una mezcla que aportó solidez más equilibrio, en defensa y en ataque. Más decisiones: Kang In regresó a la mediapunta –acompañando a Maxi, arrimando el hombro en el centro del campo– y el lugar de Wass en la retaguardia lo ocupó un Thierry Correia explosivo, seguro de sí mismo, más ordenado. Álex Blanco entró en la zona de Guedes. El zurdo y Musah aportaron sacrificio, que no es poco. En la segunda parte, cuando el depósito de la gasolina bajaba, el míster aplicó otra solución determinante doblando el carril izquierdo con dos laterales, con Toni Lato por detrás de Gayà. Por derecha apareció Jason, más eléctrico, más fluido con balón. La combinación de elementos limitó al máximo a la Real de Silva, de Merino, de Isak, de Januzaj... limitó al máximo a un adversario de gran nivel, de zona europea, finalista de Copa del Rey. Por primera vez, el Valencia remató a puerta más que su rival (tres por cinco), marcando la mínima también en remates totales concedidos (once), apartado en el que se arrastraba una media cercana a los veinte. El equipo levantó su producción de ocasiones generadas.

El Valencia intensificó su identidad. El sello de Javi Gracia volvió a ser reconocible, como lo fue ante el Levante y ante el Celta, por momentos. El segundo gol de Aspas frenó en seco la fase de reacción al inicio del segundo tiempo. Hubo polémica y situaciones al límite, nada que ver con el bloque hundido, confuso e inoperante, en defensa y en ataque, del sábado-tarde ante el Huesca. En el Reale Arena apareció la versión mejorada del Valencia que atrevesó al Levante durante la segunda parte. Volvió a aparecer la mejor versión de Javi Gracia, esa que disminuyó a un crack como Paco López. Por el contexto, por la carga de tensión y por los precedentes, lo del martes nunca puede ser etiquetado como ejercicio de mínimos cuando el once incorporó a chicos como Musah, Álex Blanco, Kang In o Thierry, algunos en posiciones de responsabilidad mayúscula, como Hugo. Al contrario, fue un ejercicio de máximos, ante un rival bien construido y con el que se confirmó más que nunca el liderazgo de Gayà.