Javi Gracia pasa sus horas más bajas en el Valencia, club en el que aterrizó hace menos de tres meses y del que medita dimitir después de sentirse ninguneado y engañado por Meriton Holdings, que no ha atendido la promesa de refuerzos a bajo coste del técnico después de haber vaciado la plantilla de sus mejores activos ingresando 60 millones de euros. Desde la medianoche del cierre de mercado, el entrenador navarro se encontraba tremendamente decepcionado y con la voluntad firme de renunciar. Una determinación que con el paso de las horas se fue combatiendo primero con el posicionamiento de los pesos pesados de la plantilla, que le han animado a seguir y se plantean incluso comparecer en público. Y por la tarde con la reunión con su representante, Rodri, desplazado a València para tratar de convencerlo y reconducir la situación. Las próximas 24 horas serán decisivas, una vez que Gracia escuche las explicaciones de Anil Murthy, aunque el técnico ya no ve en el presidente a un interlocutor fiable y su intención final es que el propio Peter Lim, a quien todavía no conoce, justifique por qué se ha decidido devaluar hasta el extremo el potencial de la plantilla.

Gracia cuenta, además, con el respaldo incondicional de la masa social, a pesar de que no pueda hacer ruidoso acto de presencia en Mestalla, pero que considera al entrenador una figura clave para que no vaya a más la decadencia deportiva iniciada con la destitución de Marcelino y la dimisión (previa degradación) de Mateu Alemany. Justo desde el pasado 11 de septiembre, en el primer aniversario del despido de Marcelino, la relación entre Gracia y el presidente Anil Murthy es inexistente. Las críticas del técnico ante la paralización de todas las operaciones de fichajes, en algunas de las cuales se implicó personalmente de forma muy activa, no fue recibida por el máximo dirigente, que cortó toda comunicación con el técnico. Desde entonces, Gracia solo se ha podido expresar en las comparecencias de prensa previas a cada partido, en las que ha trasladado de manera educada pero sin ambages su opinión sobre las deficiencias estructurales de la plantilla del Valencia para atender las exigentes expectativas del club.

Como sucediera con Marcelino, técnico metódico y de vieja escuela, Gracia no ha tardado en chocar de frente con los inversores. Es un entrenador acostumbrado a enderezar proyectos en fase de desinversión, desde Málaga a Rusia, pasando por el Watford, y asumía (y le estimulaba) que en Mestalla se iba a enfrentar a un reto similar. Con lo que sus códigos de integridad y honestidad de no contaban era con el incumplimiento total de cada mínima promesa. El entrenador ha visto como los representantes de Meriton en València, simplemente, se han dedicado a ganar tiempo con explicaciones cada vez más vagas e huidizas. De trasfondo, cabe añadir que la relevancia de los directivos singapureses en la ciudad, con Murthy a la cabeza, ha pasado a ser residual ante la mayor personalización de la gestión en las manos de Lim. La única explicación que ha trascendido sobre el posicionamiento del empresario singapurés es la de reducir gastos al máximo ante otra eventual paralización del campeonato debido al Covid-19. Sin embargo, el deterioro galopante del proyecto desde la consecución de la Copa del Rey, la desatención al actual equipo, el clima de animadversión con el entorno y el plazo apremiante de las obligaciones urbanísticas de la ATE, para las que el club no tiene ni financiación ni un plan concreto, reabren el escenario de una posible venta.

En una comparecencia emitida por el club Murthy trató de preparar el terreno de cara al encuentro de hoy con su técnico. El dirigente quiso mostrarse comprensivo con «la frustración» del técnico y señaló que aspiraban a «reforzar el equipo para mejorar su nivel» pero explicó que finalmente no lo hicieron porque no pudieron bajar lo suficiente el gasto que supone la plantilla y que en esta situación «era imposible añadir más coste». «Una diferencia de 100 millones es mucho dinero, pero teníamos dos objetivos muy claros: bajar el coste de la plantilla para solucionar esta diferencia y, al mismo tiempo, reforzar el equipo», señaló.

«Al final no hemos podido conseguir el primer objetivo de bajar lo suficiente el coste de la plantilla y hoy seguimos bastante por encima del ‘fair play’ que tenemos. Y, sin poder conseguir el primer objetivo, era imposible añadir más coste a la plantilla», añadió Murthy, que remarcó que en lugar de tomar «decisiones populares» decidieron «ser responsables». Murthy señaló que «hay que ver algo positivo en esto» y aunque dijo que «hemos debilitado el equipo teóricamente» señaló que cree que el buen trabajo de Gracia dará resultado con la ayuda de los jóvenes. «Creo que en este camino juntos vamos a ver muchas cosas positivas. Tengo mucha confianza en el entrenador, que está trabajando con jugadores que quieren luchar y pelear por el escudo».

El VCF no se quedaba sin fichajes desde que ganó la Liga en 2002

El Valencia no afrontaba una temporada sin fichajes, tal y como ha hecho en esta campaña, desde el verano de 2002, aunque entonces lo hacía como campeón de Liga y ahora como noveno clasificado y fuera de las competiciones europeas. El club valenciano no solo no ha fichado futbolistas sino que además se ha desprendido de una parte importante de sus referentes de los últimos años como Daniel Parejo, Rodrigo Moreno, Francis Coquelin, Ferrán Torres, Ezequiel Garay o Cristiano Piccini. 


En 2002, el equipo dirigido por Rafael Benítez arrancó la temporada sin caras nuevas y no fue hasta el mercado invernal cuando se reforzó con la cesión del lateral francés procedente del Rennes Anthony Reveillere, quien solo estuvo seis meses en Valencia, pues el club no optó por ficharlo.