Una foto muestra a las jóvenes pelotaris separadas y con mascarillas protectoras del virus. Sobre las murallas de los frontones de Massamagrell las líneas que delimitan las canchas de One Wall. Son las preseleccionadas por Vicent Molines para las futuras competiciones internacionales, cuando las condiciones sanitarias y los protocolos exigidos por las autoridades permitan su celebración. En tierras valencianas, la Federació ha apostado por respetar todas sus competiciones, con todos los cuidados pero procurando no dejarlas caer. Aquello que cae es muy difícil levantarlo. Nos contaba un viejo investigador de la historia de la pelota en Francia que la primera guerra mundial, de 1914 al 1918, hizo desaparecer este deporte, de manera definitiva, en infinidad de pueblos y ciudades francesas. Los cuatro largos años de conflicto fueron fatales. ¿Qué puede ocurrir si el virus que nos atenaza castiga durante varios años a los pueblos y las naciones?

Otra foto: Una calle de Villalonga de la Safor. Apenas media docena de espectadores aparecen en imagen para celebrar, suponemos, la fiesta del 9 d’ octubre. Participan varios profesionales del Raspall y el autor se queja de la actitud poco entusiasta de los pelotaris que, suponemos contagiados por la frialdad del ambiente, no llegaron a calentarse. «Jugaven a voleetes» afirma con amargo sabor a decepción. Uno piensa que en el pueblo de Pavía, uno de los ases de la época gloriosa del Joc a Llargues, apenas quedan restos de afición…Tuvo dos trinquetes… Tampoco se juega en Llanera, patria del Xiquet; ni en Navarrés, pueblo de Jerónimo, ni en Alaquás, lugar de Patilla. Tampoco se juega en Benissanó, de aquel trinquete donde surgieron figuras como Oliver, Deval y Gómez, ni en Benaguasil, patria de Ferrer, de Peris, de los Pascual, de Vicente… Y allá donde todo se interrumpió, donde llegó el páramo y el invierno no será fácil que regrese la primavera. En Turís, por ejemplo, que en tiempos lejanos enviaba crónicas de sus partidas dominicales a los diarios, apenas quedaran unos cuántos viejos que recuerden los duelos entre El Zurdo de Picassent y Conrado de Alfarp… mano a mano. Nadie se preocupó de salvar este deporte…

Se presenta la final individual femenina de Raspall. Una chica de Beniparrell y otra de Valencia se enfrentarán. Esperanza. La mujer, creadora de vida, puede ayudar a salvar este deporte. Lo hará compitiendo y lo hará inyectando la afición a sus hijos en esas escuelas de pelota que han de soportar las exigencias de las autoridades sanitarias. Todo está condicionado. El virus torcerá, seguro, muchas voluntades, pondrá a prueba a muchos que presumen de aficionados. Se necesitarán nuevas generaciones amamantadas en el amor a esta tradición.

Godelleta. Un joven corpulento lanza pelotazos que doblan las manos de los rivales en la partida de Galotxa del Interpobles. A los pocos espectadores se les ha tomado la temperatura, su nombre y apellidos y un número de teléfono. Todos con mascarillas.

-¿ Com et diuen?, preguntas.

-Alejandro, Alejandro Gil.

- Clar. Tú eres eres fill de Jesús, el policia de Montserrat, que feia el bot. Eres clavat a ton pare…

Esa es otra esperanza: la transmisión genética. El deseo de educar al hijo en las ilusiones del padre. Contraste de luces y sombra en un deporte que pelea contra demasiados enemigos.