ABernardo España Edo no ha sido preciso recordarle con su partida de nacimiento, su inscripción en el Registro Civil. Bernardo está en la historia del Valencia Club de Fútbol con el simple diminutivo de Españeta. Si se le reclama por Wilkipedia u otras carpetas de Internet, surge de entrada su sobrenombre. El diminutivo de un hombre que en el Valencia Club de Fútbol ha sido grande por su bonhomía.

Españeta pertenecía al mundo de los niños de su generación que tenemos entre nuestros sueños a aquel equipo de los años cuarenta que enalteció al club. Yo sigo recitando los treinta y tres Reyes Godos y, como Españeta, aquellas alineaciones gloriosas de Eizaguirre; Álvaro, Juan Ramón Ortúzar, Iturraspe, Lecue ( o Bertolí, Iturraspe Lelé) Ep,i Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza.

Fueron, para los niños de aquella generación, que se está consumiendo por el carné de identidad, la imagen de un fútbol que pretendíamos que fuera el mejor del mundo. Los niños de la edad de Españeta entrábamos en Mestalla de la mano de un señor mayor porque no teníamos todavía edad para pasar por taquilla. Años después, ya por tres pesetas, nos situábamos en aquel Mestalla en el que sus socios gozaban de la comodidad de las sillas de enea en la tribuna.

Españeta fue uno más de los muchachos que veíamos en Puchades la mejor imagen de nuestra tierra. Era internacional. Era el triunfador del Mundial de Brasil donde difuminó a Zizinho un grande histórico. Entonces se hablaba de marcajes. Ahora los finos llaman defender a marcar definición que no cuadra con las patadas que dan algunos llamados «defensores».

El Valencia que nos devolvió la pasión y el fervor fue el de Quique; Quincoces. Monzó, Sócrates; Pasieguito, Puchades; Mañó, Fuertes, Badenes, Buqué y Seguí. Para entonces Españeta había dejado el fútbol en el que habría sido artista genial, porque una lesión le obligó a abandonar y entonces cambió la pasión de la grada por el amor al club. Cuando comenzó a trabajar en el Mestalla era el utilero. En los días de su jubilación la Real Academia había integrado el vocablo utillero. Ha sido tal la trayectoria de Españeta que incluso ha conocido el cambio de su labor en el diccionario.

Españeta ha guardado en su historial el anecdotario inmenso de los muchos jugadores a quienes auxilió en su trabajo y en los momentos en que tuvo que convertirse en consejero y familiar entrañable. No ha habido grandes ni pequeños que no puedan relatar momentos en que Españeta fue humanamente tan grande como los más grandes.

Las palabras de los jugadores que lo gozaron como el entrañable compañero del vestuario, era uno más entre ellos, seguramente, le dedicarán enormes elogios. Todos serán merecidos. Se nos ha ido un compendio de historia valencianista.