Ricardo Arias se presentó con ella en su casa hace unos días. Era el último regalo que le hacía el Valencia CF y seguramente sabedor de ello, decidió que la llevaría puesta en su último viaje. Españeta prefirió montar en el barco de Caronte con una camiseta del Valencia CF que llevaba su nombre antes que con una moneda porque sabía que le abriría mejor las puertas del cielo. Porque Bernardo está arriba, bien arriba, que dijo Kempes que desde allí «nos ayudará a todos». Españeta fue fiel a su manera de ser, fiel a unas palabras que bien pueden ser consideradas como su epitafio: «Yo he nacido para vivir y para morir por el Valencia CF».

Fue el día después. El miércoles falleció Españeta pero ayer jueves amaneció sin él. Y fue peor. A las dos y media misa en el Tanatorio Municipal de Valencia CF, y antes, en la Ciudad Deportiva, una buena representación de todos los jugadores y jugadoras del Valencia CF -desde niños hasta profesionales- guardaron un respetuoso minuto de silencio, ese que también se guardará en el próximo partido que su Valencia juegue en Mestalla. Lo hizo el primer equipo con Javi Gracia y su cuerpo técnico a la cabeza, y lo hizo también el primer equipo femenino que entrena José Bargues. Y el Valencia CF Mestalla de Óscar Fernández y el juvenil Sub’18 de Miguel Ángel Angulo, que además, tuvo tiempo de darles a sus futbolistas una lección de valencianismo que jamás olvidarán. Angulo conoció de primera mano y durante muchos años a Españeta y les explicó a sus futbolistas quién fue y qué representó para el club y para sus aficionados.

El respeto a Españeta marcó el día de principio a fin. El que le tributaron los futbolistas que guardaron un minuto de silencio y el de todos los ex jugadores que a lo largo de la mañana, y de la tarde del miércoles, pasaron por el tanatorio. Y mientras quienes mejor le conocieron le daban el último adiós, la ofrenda espontánea que los aficionados hicieron en su honor en la puerta número doce de Mestalla iba creciendo poco a poco hasta lograr el tamaño perfecto. Ni más ni menos. Es un homenaje espontáneo y coqueto, pero sobre todo cariñoso. ¿Acaso se puede medir el cariño en cantidad? Ramos de flores, fotos, mensajes de diferentes peñas valencianistas o simplemente de aficionados anónimos. y velas encendidas. Una oración en su recuerdo y una mirada al cielo. No hace falta más.

Si acaso, la imagen de Serreta, que fue utillero del Valencia CF hasta hace unos años, que ante las cámaras de televisión fue incapaz de expresar lo que sentía por él. Poco después, Fernando Giner, presidente de la Asociación de Futbolistas del Valencia CF daba en el clavo: «Hemos perdido un emblema de nuestro escudo, pero al mismo tiempo recuperamos lo que él trasmitía, por lo menos tenemos que continuar con su legado». Y su legado es amor por el Valencia CF por encima de acciones, presidentes o propietarios. Militancia en definitiva. Son momentos duros y el legado que deja Españeta es el de la militancia, que nadie deje de ser del Valencia CF por Meriton.

Alguien que lo conoció bien y lo quiso mucho tiene razón cuando después de despedirse de Españeta dijo con rostro serio ante los periodistas: «Españeta, te vamos a echar de menos». Son palabras de Robert Fernández.