Las cinco primeras jornadas han estado marcadas por los picos de sierra, por momentos donde se ha dado una buena versión como equipo –compacto, con las ideas claras– y momentos de colapso, de fragilidad galopante, de no saber cómo atacar al rival. Real Sociedad y Betis dan la medida de esa bipolaridad. Por las circunstancias y por las carencias, entrenador y jugadores manejan un margen de error estrecho, necesitan una gran versión colectiva y un tono individual notable, necesitan clavar el plan de partido y la gestión del partido.

La cuestión tiene múltiples ramificaciones y pone la intensidad en el foco. La diferencia entre lo que se vio ante el Huesca, lo vivido en San Sebastián y el desplome del Betis está ahí, no sólo por la derivación defensiva o estrictamente física, también por el ramal –conectado– que afecta a la mentalidad, a la capacidad de sufrimiento, al atrevimiento, a la activación, para defender y para atacar, con balón y sin balón. «El Valencia tiene que luchar por conseguir la victoria, siempre tiene que estar metido en el partido y no se puede dejar esa sensación que vimos ante el Betis, cuando fuimos incapaces de hacerles daño y ellos nos hicieron bastante», Soler lo ha dejado más claro que el agua.

La verticalidad, el ataque rápido, la presión inteligente y la acción en campo contrario forman parte del compromiso identitario del cuerpo técnico y hasta ahora sólo se han visto a fogonazos. No es un objetivo inalcanzable, como se ha visto ante Real Sociedad o en la segunda parte frente al Levante. Los números y las sensaciones insisten: como mínimo, el Valencia está obligado a ser igual o más agresivo que su adversario. Aquí la agresividad es parte de la táctica y funciona como eje vertebrador del modelo de juego. El Valencia no está preparado para dominar con balón, pero sí puede hacerlo desde la estrategia, desde la resistencia y el contragolpe.

La intención de Javi Gracia ante el Betis no quedó clara y así fue imposible replicar. Lo mismo sucedió ante el Huesca, también en Mestalla. Puede que el triunfo ante el Reale Arena disparase las expectativas y confundiera los términos. Es pronto para según que tipo de pulsos, para jugar de tú a tú. No en vano, contra los de Manuel Pellegrini, el desplome físico fue total. En una semana de tres partidos y con una plantilla justa, el desgaste físico se sintió en general y en jugadores como Kondogbia -el cual arrastra molestias y podría ser baja para el choque contra el Villarreal- o Wass (vitales), otros no estuvieron a la altura. Gameiro hizo de delantero satélite y de nuevo se echó de menos la figura de un tercer centrocampista, de un mediapunta... como ante el Huesca. Gracia tiene todo que ver en la decisión; la presencia de Soler puede ayudar con la solución. De momento, el mensaje es que esta ventana internacional ha servido para cargar pilas y centrar el primer tiro hacia la solidez.

Murthy mantiene que la intención es acabar el estadio pero no hipotecarse

Anil Murthy no quiere hablar de una venta del Valencia CF. Ese fue el principal mensaje que lanzó el presidente del club en una pequeña conferencia ofrecida en la Apertura de un Master de la Fundació Valencia CF donde el dirigente también se pronunció respecto a la finalización de las obras del Nuevo Mestalla. 


Así, el presidente del Valencia volvió a dejar claro que el proyecto original ni les cuadra ni les gusta y que la presión de Ayuntamiento y Generalitat para acabarlo es, según su visión, un camino equivocado puesto que sí hay intención de terminarlo, pero no de hipotecarse. En esta línea, Murthy aseguró que el nuevo estadio tiene que ser una oportunidad para crecer, ciudad y club de la mano, con un escenario con vida 365 días al año, que sea símbolo y refuerce la conexión con la vida de València.