Más allá de que fue el peor partido de la temporada, con el apagón de San Mamés se han encendido las luces de alarma. Y eso que del riesgo a pagar la factura del calendario con el farolillo rojo se había hablado de puertas para adentro y además no poco. Cuando Paco López declaró que «no nos tiene que preocupar» lo hizo con la mente puesta en todas las conversaciones que ha tenido en el vestuario. El técnico viene trabajando desde hace semanas el aspecto psicológico para evitar que la ansiedad y el estrés se apoderasen del grupo si, como al final ha ocurrido, venían mal dadas.

El hábitat natural de los granotas son las montañas rusas y este arranque de temporada era un desafío por el desnivel de los rivales en las cinco primeras jornadas. El equipo lleva un partido menos, el del Atlético, se ha enfrentado a Sevilla y Real Madrid lejos del Ciutat y repetirá en La Cerámica contra el Celta, en teoría por última vez. Toca remontarse a la temporada del descenso para encontrar el último antecedente cerrando la clasificación. Pero el Tourmalet se acaba, quedan 99 puntos por jugarse y el objetivo continúa siendo el mismo: estabilidad y en la recta final plantearse con los pies en el suelo si es viable o no aspirar a algo más.

Para Paco López esta experiencia no es nueva. Muchas otras veces le han pitado los oídos en circunstancias similares. Le pasó hace un año cuando tocó fondo ante el Espanyol y sin ir más lejos tras la derrota en Mestalla. A estas alturas el técnico se toma con filosofía que el entorno se estrese con cada revés y que en las redes sociales, un placebo en tiempos de gradas vacías, se infieran sesudos análisis sobre la inmediatez del cataclismo granota.

Como ocurre en todos los post-partidos, el técnico se reunió con sus futbolistas ayer en Buñol antes del entrenamiento. Una charla para analizar errores tácticos y en la que también hubo leída de cartilla por lo que debería ser innegociable. Y es que de la destensión no se salvó casi nadie. No lo hicieron los internacionales Campaña y Bardhi, de los más flojos tras volver de sus selecciones: el español no le cogió el aire a su vuelta al medio y el macedonio fue una máquina de perder balones. Tampoco se salvó el capitán Morales, desapercibido. El bajón fue general y afectó a todas las líneas. En ataque, nulidad. El centro del campo, a excepción de Malsa, muy flojo. Que la defensa estuviese en la picota tampoco es novedad. Sí lo fue que el ojo del huracán pasase por la portería, donde Koke se vio afectado por la larga sombra de Aitor. En su debut de titular, a pesar del mano a mano con Williams, salió mal parado con sus actuaciones.

Sin apenas manejo de balón fue coser y cantar para el Athletic que su rival se llenase de grietas. Apenas hubo propuesta de juego y ni siquiera fases de llevar la iniciativa. Costó un mundo recuperar la posesión y en el juego aéreo el vapuleo fue de época: el 70 por ciento de los duelos áereos se quedaron en casa.

En ataque la producción se limitó a cuatro remates, dos de Bardhi y dos de Rochina. Los delanteros ni chutaron. Una explicación de porqué van tres partidos seguidos con la portería a cero. Morales, que sigue siendo el máximo artillero con tres, estuvo especialmente estático. Que la guinda del mercado era un delantero es de dominio público. Dani Gómez vino para sustituir a Sergio León pero el cordobés se ha hecho fuerte en su contrato y con Mayoral en Roma para firmar a un relevo sólo había telarañas en caja.

Con la misión imposible de dejar a cero la portería, en defensa la peor parte se la llevaron esta vez los esforzados laterales. A Miramón especialmente y a Clerc les tocó bailar con las más feas. Paco dispuso un centro del campo con Campaña y Malsa, pero el cóctel no funcionó ni hacia adelante ni hacia atrás. Y eso que en una tarde de gatillazos, el ex del Mirandés volvió a ser un ejemplo de fiabilidad. Fue el granota con más recuperaciones y de hecho dobló a Bardhi, que fue el siguiente. También superó en aciertos hasta a Campaña. Y eso que en contra de lo que pueda parecer sus pases son la mayoría de las veces hacia adelante. También fue el que más distancia recorrió, incansable.