Recuerdo de Juan Cruz Sol su imponente presencia en el lateral derecho del Valencia, el día de San José medio lluvioso, con el arbitraje de Sánchez Ibáñez. Recuerdo su inviolabilidad como defensa y sus acometidas hacia el ataque pues tenía fortaleza física y calidad técnica que sobresalía en un tiempo en el que a los defensas, sin los testigos de la televisión actual, se les valoraba por su palo y tente tieso. Él no era como Goyo Benito. Recuerdo aquella selección española en la que eran fijos Sol, Jesús Martínez, Claramunt y Valdez. Uno de los mejores equipos que ha tenido el Valencia en toda su historia…precisamente cuando estaba capitaneado por hombres de la tierra.

Cuando Sol se marchó al Madrid, era tal el cariño de los valencianos que nadie se lo reprochó. Ya había dado todo lo mejor de su carrera en el equipo que lo adoptó siendo un juvenil. Por eso, cuando regresó de su periplo exitoso por aquel Madrid que ganaba casi todas las ligas, fue recibido con una ovación que hizo temblar los cimientos de Mestalla. Juan era una de las leyendas del Valencia y habiendo nacido en Elgoibar, pueblo guipuzcoano, quiso ser un valenciano y aquí asentó su vida hasta el último de sus días.

Conocí personalmente a Juan Cruz en una jornada organizada por este diraio a mediados de los ochenta en el polideportivo de l’ Eliana para jugar partidos de pelota entre periodistas, exjugadores del Valencia y federativos. Una jornada inolvidable. Se calzó los guantes y se dirigió al frontón. Era una hermosura verle jugar con las dos manos, con un estilo impecable. Y nos contó, junto con Pasieguito que pudo ser pelotari pues de niño compaginaba la pelota y el fútbol y, como suele ocurrir, en ambos deportes destacaba. Pudo ser un profesional de la pelota pero se adelantó un ojeador del Valencia CF y lo fichó. Retirado de los campos de fútbol siguió vinculado al deporte y participó en algunas competiciones de pelota a mano en el frontón, seguramente porque seguía en sus venas la afición de su padre. Se dejaba ver por frontones y trinquetes valencianos y pudo disfrutar de la amistad de Paco Cabanes El Genovés. Juan Cruz era una persona que irradiaba simpatía y cercanía. Un tipo con la sonrisa permanente, siempre abierto a cualquier iniciativa que requiriese de su presencia. Un hombre bueno que hizo grande al Valencia y del que Valencia puede sentirse orgullosa.