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Raso y junto al palo

Sol, valenciano nacido en Elgóibar

El último caballero

Juan Cruz Sol Oria pertenece a la saga de jugadores vascos que han sido grandes figuras en el Valencia y han acabado por ser tan valencianistas como valencianos. A Sol lo reclutó otro vasco, Carlos Iturraspe, cuando lo vio jugar en Elgoibar, su pueblo. Otro guipuzcoano, Bernardino Pérez Elizarán Pasieguito fue de los creyó en él así como Mundo, que como entrenador, no dudó en incluirle en la expedición a la disputa de la Pequeña Copa del Mundo de Caracas. Sol encontró pronto prestigio profesional y ambiente familiar en una ciudad que nunca fue forastero. Hasta su muerte ha sido un valenciano más. La muerte le ha llegado en un momento en el que sus últimos años los ha vivido con sufrimiento por lo que ha acontecido en el club. En Madrid, en la última conversación que tuve con él, le describí el futuro del club de la mano de Lim y de los deseos de grandeza que nunca vi en este señor y que el tiempo me ha dado la razón. Me mostró su esperanza. La misma que tuvieron muchos valencianistas hasta que los hechos han despertado conciencias.

Juan, a quien siempre llamé Juanito porque lo conocí cuando aún era juvenil. Lo recuerdo de aquellos años en que surgieron juveniles muy apreciados como Martínez, Ballester, Cabello y Noverges, entre otros, y vi su debú en el Valencia, cuando Sabino Barinaga lo ascendió al primer equipo. Después le vi triunfar en la selección en donde ocupó el lugar de lateral derecho, puesto al que llegó después de haber sido interior o centrocampista que como se dice ahora. Después presencie todos sus partidos con la selección nacional a la que llegó llamado por Ladislao Kubala.

De sus internacionalidades desde el punto de vista humano siempre recuerda mi mujer que en Glasgow, mientras yo estaba en la habitación del hotel escribiendo la crónica, se prestó a pedir mi cena y que me la guardasen por si cerraban el comedor. Juan era todo un caballero.

Su paso por el Madrid fue circunstancial. Uno más de los casos en que el club no supo mantener a jugadores de gran valor deportivo. En la selección llegó a formar junto al mítico Iribar y jugó con Pepe Claramunt, que fue jugador importante en aquella selección de Kubala a la que le faltó fortuna para lograr éxitos internacionales.

Sol jugó mermado de facultades los últimos años en que fue valencianista. Regresó de Madrid con lesión en una rodilla que tuvo que sufrir hasta su retirada. Estará en la memoria de quienes le vimos ganar títulos nacionales y europeos con el Valencia. Y más que por su condición de gran futbolista, por su bonhomía.

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